28 marzo, 2024 17:10
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El plan de Sergio Massa por dentro

Por Liliana Franco y Silvio Santamarina

Muchos se preguntaron por qué razón Sergio Massa aceptó hacerse cargo de la economía argentina en un momento en que el riesgo de fracasar es muy alto. Quienes lo conocen íntimamente al nuevo titular del Palacio de Hacienda, Sergio Massa,  afirman que la respuesta tiene dos caras: la conveniencia y la convicción. “Estábamos en el abismo, sin precios, el dólar por las nubes, Cristina Alberto peleándose públicamente, hablando de Asamblea Legislativa”, explican en su entorno.

Empezando por la conveniencia, el dirigente de Tigre considera -aseguran sus allegados– que es quien tiene más por perder si fracasa la experiencia del Frente de Todos con relación a los otros dos socios, Alberto Fernández y Cristina de Kirchner.

Lo explican recordando que Massa estuvo cerca de la anterior administración de Juntos por el Cambio. A comienzos de 2016, el ex presidente Mauricio Macri tuvo un acercamiento al líder del Frente Renovador que se materializó en gestos como el viaje que compartieron a la ciudad suiza de Davos para reunirse con los principales líderes políticos y empresariales del mundo. Era un momento en el que Macri imaginaba a Massa como el nuevo líder de la oposición. Eran tiempos en los que Massa intentaba captar el centro del electorado, criticando duramente al kirchnerismo.

Pero el romance duró poco tiempo. Se terminó, afirman, cuando Massa intentó llevar adelante una modificación de la Ley de Impuesto a las Ganancias y el entonces presidente Macri le pidió que no lo hiciera. Dicen que la respuesta del dirigente de Tigre fue: “no te confundas, soy la oposición, no tu empleado”.
Roto el puente con Cambiemos, Massa volvió a establecer vínculos con el kirchnerismo a través de figuras clave como Eduardo “Wado” de Pedro. Este acercamiento le posibilitó liderar una de las tres corrientes que conforman el actual gobierno, pero también le significó una importante pérdida de su capital político, particularmente entre los sectores medios que en algún momento intentó seducir.

En cuanto a la convicción, Massa es consciente de su alta imagen negativa en los sondeos, que comparte con el resto del Gobierno, y también del estigma de “panqueque” (por su capacidad de darse vuelta) que aparece en cada focus group sobre perfiles políticos. Pero su apuesta es a que “la gestión mate al archivo”, según surge de la conversación con sus allegados.

Aquí también vale un poco de historia. Massa fue el diputado más joven, ya que representó a la provincia con sólo 28 años. Es decir, tiene muy enraizada la vocación política. Y es un hombre acostumbrado a los desafíos. Por ejemplo, cuando se hizo cargo de la intendencia de Tigre, uno de los mayores problemas era la inseguridad y, particularmente, los secuestros.

La mayoría de los intendentes se desentendían de este problema endilgándoselo a las Fuerzas de Seguridad o al gobierno nacional, pero Massa decidió encarar el problema, “convertirse en jefe de Policía” y logró superarlo con medidas innovadoras como la instalación de cámaras de seguridad en las calles.

2b1085d9-d49a-4413-b940-e8fc6c3e798e.jpgMassa en su nueva función como ministro de Economía, un desafío que definirá su futuro político.

Volviendo al presente, ya antes de la salida de Martín Guzmán, -funcionario sobre el cual Massa siempre tuvo una mirada crítica- consideraba que el Gobierno iba en rumbo de colisión y que era necesario un giro. En este sentido, su rol fue lograr el acercamiento entre Cristina y Alberto, ya que no se hablaban.

Cuando se produjo la renuncia de Guzmán, Massa se propuso para ocupar posiciones clave en el Gobierno, pero se encontró con la resistencia del presidente Alberto Fernández que, no sin fundamento, imaginaba que la irrupción del dirigente del Frente Renovador terminaría opacando su gestión. Fue cuando se decidió que Silvina Batakis tomara las riendas de la economía.

La falta de sustento político con que nació la gestión Batakis junto con las tensiones que reflejaba el mercado de cambios –el dólar llegó a valer 350 pesos– le dieron la oportunidad a Massa para terminar de convencer a Alberto Fernández de que él era el hombre indicado para la conducción económica y evitar el colapso. En tanto, Cristina Kirchner terminó de aceptar la necesidad de encarar un severo ajuste.

Cristina avala las medidas, “aunque en silencio”, que está llevando a cabo Massa ante el temor del abismo. Y en la Casa Rosada se dice que Alberto no tiene más remedio que aceptarlo (a disgusto). Es que, la centralidad del poder parece que abandonó la Casa Rosada para cruzarse al Ministerio de Economía.

El consejo de Roberto Lavagna a Sergio Massa

La apuesta de Massa no fue un acto intempestivo, según comentan en su entorno. Lo meditó mucho y antes de lanzarse a buscar la conducción económica estuvo reunido durante cuatro horas con Roberto Lavagna. El ex ministro de Economía de Eduardo Duhalde y de Néstor Kirchner le dijo que era posible salir de la crisis si se aplicaba el plan adecuado. De hecho, Lavagna asesora en las sombras a Massa y es el hombre de referencia para las decisiones importantes.

En su fuero íntimo, Massa está convencido de que el país cuenta con recursos naturales (desde alimentos a minería), mano de obra calificada y capital (los cientos de miles de millones de dólares de argentinos depositados en el exterior), pero falta que la política haga su parte.

Sergio Massa despliega cotidianamente una intensa actividad. “Es un enfermo del trabajo, se va a la 1 de la madrugada del ministerio de Economía y a las 7 de la mañana ya está mandando mensajes a sus colaboradores dando directivas”, señala uno de sus hombres más allegados. Su estilo de trabajo es “hiperactivo” en tanto que en la Casa Rosada lo definen como “atropellador”. Quienes lo conocen desde hace tiempo destacan que “es bueno gestionando”.

Sin embargo, quienes están bajo sus órdenes señalan que su estilo es ordenado, que delega, pero supervisa. Su mesa chica está conformada por: Leornardo Madcur, Raúl Rigo, Guillermo Michel, Lisandro Cleri, Eduardo Setti y Marco Lavagna.

Ha dividido a sus colaboradores en dos mesas de gestión, una referida al sector productivo y otra al sector financiero cambiario. Los colaboradores que integran la mesa real o productiva están conformados en primera línea por los secretarios José Ignacio De Mendiguren (Producción), Matías Tombolini (Comercio), Ariel Sujarchuk (Economía del Conocimiento) y Flavia Royón (Energía).

La primera la integran el vicepresidente del Banco Central, Lisandro Cleri, el secretario de Finanzas, Eduardo Setti, Guillermo Michel, titular de Aduanas, Leonardo Madcur (jefe de asesores), Gabriel Rubinstein, viceministro, y Marco Lavagna, director del INDEC. Estos tres últimos son hombres que fueron aportados por Roberto Lavagna.

Cabe señalar que Marco Lavagna (hijo de Roberto) sigue al frente del organismo encargado de las estadísticas para evitar “suspicacias” en cuanto a posibles manipulaciones de los números, acotan en el Palacio de Hacienda. Pero es un economista que aporta su visión macro y también su experiencia en organismos multilaterales de crédito.

A su vez, Michel no se limita a los temas aduaneros, sino que también contribuye con sus conocimientos en temas tributarios, entre otras áreas.
Un hombre que juega un rol fundamental y que es muy valorado por Massa por su conocimiento de las cuentas públicas es el secretario de Hacienda, Raúl Rigo. Precisamente, uno de los temas más ríspidos que tiene por delante Massa en su gestión es encauzar las cuentas del Estado.

El video de Shimon Peres

Para explicar a gobernadores y ministros de la razón del ajuste se escuda en un video –que muestra en toda oportunidad que tiene– del fallecido ex primer ministro de Israel, Shimon Peres, en el que explica cómo logró para bajar la inflación de 500% a 16% en menos de dos meses cortando el gasto público.

Massa les muestra cuando en Israel los precios en los comercios subían todos los días y, para reflejar la situación que vivían los israelíes se ve a un padre de familia que grita “cómo voy a alimentar a mi familia”. En este clima, Peres reunió a un equipo de economistas que diseñó un plan que implicaba “severos cortes en todos los sectores de la sociedad”. Luego, el primer ministro llamó a una reunión de gabinete que duró 36 horas y, recuerda, “fue el recorte más grande de la historia de Israel”.

Para reflejar con claridad la difícil tarea que encaró, cuenta: “Luego le recorté a Educación, el ministro era mi amigo. Fue el fin de la amistad”.

El actual ministro explica su plan apoyándose en el éxito de Peres: Israel en ese momento logró bajar la inflación, que se estimaba que podía culminar en 1.000%, a dos dígitos.

También le es muy útil a Massa el relato de ex primer ministro de Israel, cuando reflexiona: “Todos los ministros están de acuerdo con que se recorten a otros ministerios, pero no recortar su propio ministerio”, situación que sin duda enfrentará de ahora en más el titular del Palacio de Hacienda.

Quizá Massa y, como una manera de chantaje pero sin que lo parezca, les enseña la parte donde Peres, para poder implementar su plan dijo al gobierno: “Señores, lo aceptan (al recorte) o me voy”. En el video el líder israelí cuenta que el “recorte fue muy criticado”, pero que “la opinión pública fue cambiando, mi imagen en las encuestas comenzó a subir y en seis semanas la inflación comenzó a bajar”, concluye Peres.

Esta es la apuesta de Massa: lograr bajar la inflación y, con este logro, revertir su imagen.

A fin de cuentas, su vida es la política. Por esta razón, no es casual que Malena Galmarini también comparte la misma pasión. No es solo su mujer o madre de sus hijos: es su compañera y confidente. Su familia es el refugio o “el cable a tierra”, una contención no menor cuando se está en el vértigo de la gestión.

d6375a2b-89cd-4638-aa3e-26eaa8afa75c.jpgSergio Massa y Malena Galmarini. Desde Aysa, la mujer del ministro de Hacienda sigue codo a codo la gestión.

El plan del plan

Si algo queda claro hoy en el legendario Quinto Piso del ministerio de Economía, es que el nuevo equipo quiere transmitir la idea de que, a diferencia de lo que mostró la gestión económica del Frente de Todos desde que asumió, esta vez sí hay un plan. Atrás quedaron las fallidas posturas oficiales, tanto del exministro Martín Guzmán como del propio Presidente, de que no era tan importante enunciar un plan ante la opinión pública y los mercados. Por eso el Plan Massa es, básicamente, mostrar desde el minuto cero que él tiene un plan.

Y hasta tiene nombre. Le llaman “la fábrica de hacer dólares”, con una maquinaria compuesta por tres “turbinas”: Energía, Campo y Economía del Conocimiento.

En el área Energía, impulsan un nuevo régimen de hidrocarburos, que atienda las demandas del sector sobre libre disponibilidad de divisas para los que invierten, con el foco en aumentar la producción y garantizar los mercados de exportación, consolidando la credibilidad y sustentabilidad en el largo plazo de la oferta de energía argentina. En el entorno de Massa se entusiasman con la secretaria de Energía, la salteña Flavia Royón, que representa la toma de control de lo que hasta ahora parecía un bastión inexpugnable del cristinismo. Y con la continuidad en la gestión de la catamarqueña Fernanda Ávila, que desde la secretaría de Minería tiene la misión de proyectar un futuro de crecimiento exponencial del sector, de la mano de la nueva vedette del rubro: el litio argentino.

El campo es un sector demasiado cargado políticamente, al que el staff de Massa trata de encararlo haciendo cuentas finas. La elección del entrerriano Juan José Bahillo como secretario de Agricultura es un guiño a la “zona núcleo”, para empezar a negociar un esquema de dólares diferenciados, junto a otras medidas de fomento a la producción, que también estimule a las economías regionales con potencial de alta generación de dólares frescos, sin complicar más de lo que está el escenario de precios para el consumo local.

Hablando de dólares diferenciados, también se buscará “fabricar” muchos más dólares con la gestión de la Secretaría de Sujarchuk, que viene con el know-how político como intendente de Escobar y la luz verde de Máximo Kirchner. Con las cámaras del sector tecnológico, se apunta a multiplicar los puestos de trabajo y la facturación al exterior, siempre con la obsesión en las divisas: hablan de “dólar tecno” y “monotec”, para empoderar a los monotributistas del rubro Programación. En palabras del propio Sujarchuk: “La formación de 70.000 programadores en menos de un año con el Argentina Programa, la liberación de $25600 millones en bonos de cupo fiscal en beneficio de unas 420 empresas, el proyecto de DNU para crear un dólar diferenciado que reduzca brechas y brindar mayores facilidades de facturación en dólares a los profesionales que exportan servicios al exterior, son algunas de las medidas con las que aceleraremos el desarrollo del sector”, explica el funcionario.

Orden y progreso

En el despacho de Massa reconocen que el ambicioso paquete de alivio y fomento fiscal que impulsan tiene un costo presupuestario que hay que compensar, si no se quiere seguir “dándole a la maquinita”, de camino al abismo. Ahí aparecen todas las medidas de congelamiento de gastos en el Estado, sumado a los recortes de subsidios que pronto impactará en las tarifas de servicios, todas medidas que pondrán a prueba la espalda política del “superministro” y de la coalición gobernante en general. También aparece el cálculo de fortalecimiento de reservas internacionales que Massa empieza a tratar de convertir de promesas a cash, a partir de su viaje a Washington, para convencer al BID, al FMI y al Departamento del Tesoro, y de su paso por Houston, para seducir a los petroleros a cambio de anuncios de inversión que levanten la moral de la tropa. Club de parís y Qatar quedan para el mes próximo, tratando de sumar amigos al nuevo proyecto de rescate de la Argentina. Paso a paso, pero rápido. “Sergio quiere mostrar ejecutividad”, explican. Resultados, no procrastinación, como un intento de pasar de página y cambiar las expectativas.

Más allá de si le cierran o no las cuentas de gastos e ingresos nacionales, Massa apuesta, en el poco tiempo de gestión que le queda antes de la temporada electoral, a probar que su gestión trae orden, una palabra que desapareció del manual de gobierno K. Por ahora, su entorno evalúa que el clima general se calmó un poco, y que los inversores locales renovaron una modestísima y cautelosa confianza en el mercado de pesos, engolosinados con la generosa tasa de interés. También celebran haber dejado sin agenda positiva a la oposición, con el viraje “al centro” de la administración massista de la economía.

Sobre el escándalo judicial que protagoniza la Vicepresidenta, en el Quinto Piso juran que no les altera el rumbo ni las chances de éxito. Es cierto que muchos analistas critican la campaña anti-Lawfare cristinista porque mete ruido en la búsqueda de normalidad institucional que necesita todo plan de estabilización monetaria. Pero también es cierto que el ajuste innombrable que lleva adelante la nueva gestión económica genera tensiones al interior de la coalición y de la masa votante kirchnerista, y la cruzada antijudicial de la Jefa tal vez sirva de catarsis a la hora de ajustarse el cinturón. Quién sabe.

Lo cierto es que, con el lema “Massa Ordena”, el último fusible del cortocircuitado Frente de Todos apuesta a que haya vida política más allá del 2023, ese algoritmo fatal que une y desune al panperonismo. Y aunque el massismo íntimo desmiente oficialmente ambiciones de competir en el turno presidencial del año próximo, cerca del “superministro” acarician la regla de oro de la política nacional: Nunca digas nunca.

Fuente: NA – Buenos Aires, Argentina

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