20 abril, 2024 02:40
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Un eterno optimista

Elizabeth Peger

Elizabeth Peger EDITORA DE ECONOMÍA Y POLÍTICA EPEGER@CRONISTA.COM

Alberto Fernández es un optimista empedernido. «Un optimista del gol», parafraseando a algún popular relator del fútbol argentino. Está convencido de haber conseguido una tregua con su vicepresidenta para intentar surfear en los próximos meses las dificultades que acechan su gestión en múltiples planos. 

Cree factible desde ese punto avanzar en la construcción de su aspiración reeleccionista, pero en su propio entorno las dudas carcomen más que la expectativa de alguna certeza. Y en la trinchera kirchnerista sus gestos son leídos en clave de una capitulación de muy difícil retorno.Alberto Fernández es un optimista empedernido. «Un optimista del gol», parafraseando a algún popular relator del fútbol argentino. Está convencido de haber conseguido una tregua con su vicepresidenta para intentar surfear en los próximos meses las dificultades que acechan su gestión en múltiples planos. 

El esfuerzo por recomponer la relación con Cristina le ha costado demasiado al Presidente. No solo porque en ese trámite debió entregar a una de sus principales espadas del gabinete nacional. Su discurso en medio de la Cumbre de las Américas bajo la mirada crítica de Joe Biden no supone el antecedente más grato de cara a la bilateral que compartirán en apenas un mes. Encima el escenario internacional cachetea a cada rato sus planes económicos, si es que en definitiva existe alguno, mientras Martín Guzmán hace lo que puede para intentar contener el vendaval de los mercados y contener la ya imparable inflación.

Tampoco es que la oposición hoy sea un lecho de rosas. De a poco el entramado radical de Juntos comenzó a mostrar algunos gestos propios de autonomía, casi a la par que Facundo Manes ofreció ciertas señales más concretas de su apuesta por la construcción de un proyecto nacional que ya irrita al campamento del PRO. Allí Mauricio Macri sigue jugando su propio juego y alimentando el acercamiento con el liberario Javier Milei, para dolor de cabeza de las pretensiones de Horacio Rodríguez Larreta y cierta confusión instalada en el bunker de Patricia Bullrich.

Fuente: El Cronista

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