Ilustración sobre un mapa desplegado de la Tierra
La crisis climática expone las redes eléctricas de todo el mundo a tormentas, huracanes e inundaciones que derriban las torres de transmisión, a sequías que deterioran los embalses hidroeléctricos y olas de frío y de calor que incrementan la demanda energética. ¿El problema?: la infraestructura eléctrica se diseñó en una era climática puntual, y ahora -sin adecuación alguna-, se le pide al sistema que funcione en una era diferente.
En este escenario de crisis, cada año, los fenómenos meteorológicos extremos provocan apagones de energía eléctrica a gran escala y en muchos países del mundo. Con preocupación, expertos de distintos continentes advirtieron a TN que el riesgo de que haya cortes crece minuto a minuto.
Ante la necesidad de avanzar rápidamente con la descarbonización, la inercia a la hora de actualizar el sistema eléctrico pone sobre la mesa el peligro del colapso. “La electrificación de los consumos finales de energía debería escalar del 20% actual al 50% en 2050. Esto significa que la red se convertirá en la verdadera columna vertebral del funcionamiento de la sociedad y cualquier falla tendrá impactos severos en el funcionamiento de la vida misma”, explicó el especialista en Ingeniería Eléctrica, Adrien Sergent.
La Argentina ya estima que habrá cortes de luz en el verano 2025
Un informe oficial realizado en junio advirtió que el total de energía producida en el parque local de generación, sumadas a las importaciones de electricidad desde países vecinos, no alcanzaría para abastecer al pico de demanda del próximo verano, que alcanzará temperaturas récord en los primeros meses del 2025.
Según el reporte elaborado por técnicos de Cammesa, la compañía que administra el mercado eléctrico mayorista, al que accedió el medio EconoJournal, el consumo de energía podría llegar a los 30.700 megawatts (MW), es decir, más de 1000 MW por encima que el récord histórico registrado el 1° de febrero de este año, cuando el país llegó a consumir 29.653 MW. De corroborarse ese escenario habrá cortes masivos de suministro eléctrico en el país.
El informe oficial anticipa que la generación térmica, hidráulica, renovable y nuclear, más las importaciones, no alcanzará para abastecer la demanda ante las olas de calor cada vez más frecuentes. También destaca que “en los últimos años se presentaron en la ciudad de Buenos Aires hasta seis olas de calor y 21 días consecutivos de temperaturas superiores a 25°C”.
Consultado por este medio, el secretario de Energía Eduardo Rodríguez Chirillo señaló que “en la Argentina, contamos con un sistema de transporte y generación al límite, fruto de 20 años en que no se invirtió. Esto resulta en nodos muy saturados que generan cuellos de botella en momentos de mayor consumo. Por eso, decretamos la emergencia energética nacional apenas asumimos”.
“El transporte eléctrico tiene doble objetivo: por un lado, funcionar como verdadero sistema, de modo que -frente a eventos inesperados- tenga mecanismos de respuesta rápida y, por otro lado, tiene que llegar a los territorios donde tenemos los recursos de fuentes primarias de energía más eficientes como el viento y el sol”, enfatizó el titular de la cartera energética.
Crisis eléctrica en Ecuador: entre la sequía y la falta de mantenimiento
El domingo 16 de junio de 2024 la capital de Ecuador se quedó sin luz. En Quito, la interrupción se produjo a pocos minutos de que el ministro interino de Energía y Minas, Roberto Luque, informara a través de X que las intensas lluvias de las últimas horas habían generado “altos caudales” que, a su vez, provocaron un aumento en los sedimentos de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, lo que llevó a la planta a salir de operación.
Ecuador tiene 18 millones de habitantes y enfrenta desde hace años una crisis energética marcada por deficiencias en infraestructura, falta de mantenimiento y una alta dependencia de la energía importada. El apagón de junio fue de los más generalizados en la historia reciente del país.
“La mayoría de los ecuatorianos se quedó sin electricidad alrededor de las 3 de la tarde. La central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, el mayor proyecto energético del país y construido por China con una inversión de US$2250 millones, se suponía que resolvería los problemas de suministro de energía. Ubicada en el río Coca, en la provincia de Napo, a 100 kilómetros al este de Quito, esta planta de 1500 megavatios debería proporcionar una cuarta parte de la electricidad del país”, explicaron a TN fuentes del gobierno ecuatoriano.
El apagón expuso la vulnerabilidad del sistema eléctrico del país. La dependencia de una única línea de alta tensión para el suministro eléctrico resultó en la caída total de la electricidad en el país. Además, la mayor parte de la energía de Ecuador procede de Colombia, un país que este año tuvo graves problemas para generar suficiente energía, incluso para el consumo interno.
Los cortes de luz se repitieron días después y el Ministerio de Energía y Minas atribuyó la crisis a los caudales de agua históricamente bajos tras una prolongada sequía, al aumento de las temperaturas y a la falta de mantenimiento del sistema eléctrico del país.
Huracanes y tormentas ponen en riesgo el suministro eléctrico
La sobrecarga de la infraestructura eléctrica también preocupa al norte del continente americano. Los operadores de la red de Estados Unidos luchan por mantener las luces encendidas a medida que las condiciones meteorológicas extremas pusieron en evidencia las vulnerabilidades de un sistema de suministro eléctrico envejecido.
Millones de hogares de Houston sufrieron un apagón generalizado -el mayor que la compañía eléctrica de la ciudad haya registrado- tras el paso del huracán Beryl.
Los cortes de energía provocados por la tormenta afectaron a 2,7 millones de usuarios y a pesar de la promesa de la compañía eléctrica CenterPoint Energy de restablecer el suministro, la cuarta ciudad más grande de Estados Unidos permaneció días sin electricidad.
La magnitud de los apagones planteó dudas sobre si se habían tomado medidas suficientes para preparar a esta ciudad, ubicada a solo unos 80 kilómetros del golfo de México, para el tipo de tormentas que los científicos climáticos predicen que llegarán con mayor frecuencia.
Mycah Jewell, vicepresidente de Ingeniería de TECO, una de las compañías energéticas más importantes de EEUU, explicó a TN que “la empresa de servicios públicos local está retrasada en la preparación para eventos de tormentas importantes. En 2024, hubo dos eventos climáticos graves en el área de Houston y ambos provocaron cortes de energía generalizados y las líneas de transmisión aún están en riesgo de sufrir daños”.
En esta línea, el especialista explicó que “se necesitan más transmisiones y distribuciones para llevar la energía desde los recursos de generación hasta los usuarios finales. Texas es el número uno en EEUU en generación de energía eólica. Sin embargo, la mayor parte de esa generación está lejos de los centros de población”.
“Próximamente, Texas tendrá más de 10 giga watts de producción eólica y hasta 20 giga watts de producción solar. Queda claro que es imprescindible el reemplazo de la infraestructura envejecida, sin embargo, el costo para hacerlo es altísimo, y mientras tanto, la red no es fiable”, señaló Jewell.
En México, los apagones son cada vez más frecuentes a medida que los veranos se vuelven más calurosos y secos, y ponen las redes eléctricas al borde del abismo. Los problemas obligan a las empresas a recurrir a costosas soluciones para garantizar su funcionamiento, principalmente mediante el uso de generadores diésel, una práctica habitual en muchos países con sistemas eléctricos inestables.
En junio, los cortes de electricidad en la ciudad de Chihuahua afectaron a las bombas de agua, interrumpiendo el suministro a más de 70.000 personas durante dos semanas. Según pudo saber este medio, los apagones en México se producen después de que el presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, optara por favorecer a la industria petrolera nacional en lo que se refiere a inversiones energéticas, dejando de lado al sector eléctrico.
En mayo, una ola de calor provocó apagones en 21 estados de México, interrumpiendo la producción de numerosas industrias. Para hacer frente a la crisis, la presidenta electa Claudia Sheinbaum, climatóloga con un doctorado en ingeniería energética, prometió US$13.600 millones para construir capacidad de energía renovable, centrales de gas y nuevas líneas de transmisión. Pero eso es menos de la mitad de los US$38.000 millones necesarios para satisfacer la creciente demanda en los próximos cinco años, según los cálculos de los analistas.
La “ciudad de las luces” también se quedó sin luz
Repleta de turistas por ser sede de los Juegos Olímpicos 2024, París, la emblemática “ciudad de las luces”, quedó a oscuras a fines de julio y el estado de la red eléctrica francesa denota una superposición de problemas.
“La antigüedad de las instalaciones iniciales, muchas de las cuales datan de los años 50. La transición energética y la introducción de las energías renovables (solar y eólica), que provocan aumentos y disminuciones rápidas de carga añadiendo tensión a la red y el cambio climático, que introduce eventos climáticos más violentos conforman el combo peligroso”, explicó Franklin Bigot, director de la compañía de energía francesa TSE.
“El funcionamiento de los caños está marcado por los esquemas de disponibilidad de agua. Lo que produjo apagones fue que algunos operadores hidroeléctricos vendieron anticipadamente demasiada producción, pero no hubo agua suficiente. Así, tuvieron que comprar electricidad en el mercado a precios exorbitantes para cumplir con sus compromisos y algunas empresas estuvieron al borde de la quiebra”, agregó Bigot.
Según el especialista, respecto al cambio climático, hay dos grandes tendencias. El aumento de las tormentas que causan daños en la red de distribución y las olas de calor que limitan la potencia inyectable en la red de transporte.
Los expertos coinciden en que las olas de calor aumentan el consumo eléctrico al mismo tiempo que la capacidad de transmisión de las líneas se reduce por el aumento de la resistencia de los cables. El riesgo de incendio en zonas donde pasan líneas eléctricas es otro factor desfavorable que crece día a día y aumenta la probabilidad de explosiones de transformadores de potencia, otra pieza clave de toda red eléctrica, sobre todo si tienen bajo mantenimiento.
Por su parte, la mayor intensidad y frecuencia de tormentas e inundaciones también son un problema para las líneas por el impacto del viento sobre las torres metálicas y para los transformadores en malas condiciones cuando hay fuertes lluvias o inundaciones.
En países que ya contaban con sistemas deficientes, el cambio climático agrava los problemas. En 2019 se inauguró un enlace submarino de US$1300 millones entre Italia y Montenegro, pero su capacidad ya se considera insuficiente y se está estudiando la posibilidad de construir un segundo.
Asimismo, la red existente no pudo evitar en junio del 2024 un gran apagón en cuatro países balcánicos, entre ellos Bosnia-Herzegovina y gran parte de la costa croata, que afectó a cuatro millones de personas. El consumo se disparó mientras las temperaturas rondaban los 40ºC, provocando fallos en un sistema tras otro.
Un incendio forestal en la región de los Balcanes contribuyó probablemente a la avería, dejando fuera de servicio los inteconectores transfronterizos, lo que afectó a varios países, entre ellos Albania, cuya dependencia de la energía hidráulica la hace vulnerable a un tiempo cada vez más caluroso y seco.
“Lo interesante para Europa es que hay varios problemas que tienen una misma solución: una reinversión masiva en las redes eléctricas ya sea para la integración de las renovables con nuevos entramados de distribución y transporte, pero también con las interconexiones continentales entre el Reino Unido, Alemania, Italia y la apertura con Irlanda. En resumen, este es el mismo diagnóstico en toda Europa”, indicó el ingeniero Adrien Sergent.
A modo de pronóstico y planificación para una gran cantidad de países en el mundo que sufren las consecuencias del cambio climático, Sergent se refirió a la digitalización de la infraestructura eléctrica: “El monitoreo en tiempo real puede evitar situaciones de colapso”.
“La digitalización de la infraestructura eléctrica permite un mejor monitoreo en tiempo real del estado de la red eléctrica, lo que puede evitar situaciones de colapso. Permite también lo que se llama ‘Smart Grids’ un sistema que consiste en saber en tiempo real cómo las condiciones ambientales afectan la capacidad de transmisión de una determinada línea”, agregó.
El especialista en energía cerró: “Vamos a afrontar a condiciones críticas cada vez más extremas y frecuentes para la estabilidad de la red eléctrica por el cambio climático. A su vez, sin una planificación e inversiones adecuadas para seguir el aumento del consumo eléctrico que debería ocurrir de la mano de la transición energética, el estado de la red eléctrica podría ser cada vez más vulnerable y difícil de operar”.
Fuente: TN (Antonella Liborio)
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