Tan malo fue lo que pasó de la mitad hacia adelante que los cinco cambios fueron utilizados en esa zona. No tuvo su toque de distinción Payero, Varela -encimado- aportó poco pase claro, Molinas desperdició una nueva oportunidad, Benedetto se fue en el entretiempo descompuesto, Langoni no desequilibró por velocidad ni por habilidad, Ramírez no tuvo arranques electrizantes, Romero no acertó con su pegada e hizo lentísimo el traslado, Vázquez estuvo lejos del arco, Medina trató de ser vertical aunque no lo logró y Orsini… fue Orsini, el que nunca aporta nada. Nada de nada. Nada de nada de nada. Por favor no lo pongan más porque es quemar un cambio sabiendo de antemano que jamás será solución. Basta ya.
Lo más simpático del partido fue Cóccaro, casi una figura de cine mudo, payasesco, siempre al borde de la tragedia y siempre listo para la comedia con ese bigotito de hace un siglo y siempre listo para meterse en quilombos. Pero Huracán, estructurado en la presión, intenso, no inquietó jamás a Rossi. No hay una sola atajada. Ninguna. ¿A qué puede aspirar?