19 marzo, 2024 05:14
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Operativo Cóndor: a 56 años de la recuperación simbólica de Malvinas por la Juventud Peronista

Hace 56 años, un grupo de 18 militantes de la Juventud Peronista llevaba a cabo la simbólica recuperación de las islas Malvinas, en una acción que se denominó «Operativo Cóndor» y que se inició con el secuestro en pleno vuelo de un avión que fue desviado hacia el archipiélago, donde se izaría la bandera argentina después de 133 años.

Dardo Cabo, un curtido militante de los sectores más combativos del peronismo, y uno de los fundadores de la JP, se encargó de planificar esta acción y de convocar al grupo que llevó a cabo la arriesgada misión de viajar a las Malvinas con el propósito de «reafirmar los derechos del país» sobre esos territorios.

La idea del operativo empezó a gestarse un año antes, cuando se conocieron Dardo y María Cristina Verrier, una periodista y escritora que se acercó al joven dirigente con la intención de hacerle una nota que marcaría el inicio de la relación que los unió por más de una década.

Un mes antes, Cabo reclutó a 16 militantes y les comunicó cuál era el propósito y las posibles consecuencias de aterrizar con un avión en las Malvinas, que iban desde la cárcel hasta la muerte.

El plan requería apoderarse de un avión DC-4 de Aerolíneas Argentinas, que hacía una ruta regular hacia Tierra del Fuego; y la fecha para la concreción del operativo no era casual, ya que en esa nave viajaba el contralmirante José María Guzmán: era el gobernador de facto de un territorio que comprendía a las Malvinas, pero estaba en ascuas sobre el operativo.

Verrier había viajado varias veces en ese vuelo y tenía estudiados varios aspectos, y se encargó de pasar el dato de que el 648 trasladaría a Guzmán a Ushuaia.

El DC 4 despegó desde Buenos Aires a las 0.30 y llevaba un pasajero célebre que había sido convocado por Dardo Cabo con la promesa de «tener una gran primicia», y se trataba de Héctor Ricardo García, editor del diario Crónica y de la revista Así.

García decidió asistir a la cita armada por Cabo y se presentó esa noche en el aeropuerto con la esperanza de cubrir alguna noticia que tuviera que ver con la presencia de Ernesto «Che» Guevara en el norte de Argentina o la ubicación del cadáver de Eva Perón.

Los diarios de esa poca se hicieron eco del arriesgado operativo para realizar una recuperacin simblica de las Malvinas Foto Archivo

Los diarios de esa época se hicieron eco del arriesgado operativo para realizar una recuperación simbólica de las Malvinas / Foto: Archivo
«No jodan muchachos»

A las 6 de la mañana, cuando el avión volaba sobre la Bahía San Julián, en Santa Cruz, Dardo Cabo y Alejandro Giovenco -quien entonces tenía 21 años- se dirigieron a la cabina del piloto, Ernesto Fernández García, quien, sorprendido, sólo atinó a reírse cuando le dijeron que debía desviar el rumbo hacia las Malvinas.

«No jodan, muchachos», afirmó el piloto, y recibió como respuesta una cortante orden de parte de Cabo: «Esto no es chiste; estamos armados. Haga lo que le decimos».

Fernández García adujo que no conocía el rumbo que debía tomar porque la empresa no iba a ese destino, pero Dardo Cabo tenía las coordenadas y le dijo que el avión tenía «combustible de sobra» para llegar a las Malvinas.

El aterrizaje se produjo a las 8, en una pista de turba, y pese a la gran maniobra que realizó, el piloto no pudo evitar que una rueda de la nave se hundiera en el suelo del aeródromo de Puerto Argentino.

La presencia del avión se convirtió en toda una novedad para la comunidad isleña, y varios de sus integrantes concurrieron al aeropuerto a ver qué pasaba.
Andrs Castillo y Dardo Cabo Foto Archivo

Andrés Castillo y Dardo Cabo. Foto Archivo.

Algunos de ellos, incluso, fueron tomados como rehenes por los argentinos, entre ellos varios agentes de la policía local y el capitán de las fuerzas de defensa, un mercenario de origen belga que había servido en el Congo.

Dardo Cabo comunicó al continente que el operativo se había cumplido con éxito y la noticia se recibió con mucha efervescencia en los ambientes políticos y estudiantiles de Buenos Aires.

Sin embargo, el dictador Juan Carlos Onganía calificó al hecho como «un acto de piratería», temeroso de que se generara un incidente diplomático con Gran Bretaña.

Foto de Archivo

Foto de Archivo
La rendición

Tras 36 horas de permanencia en el aeropuerto y la entrega de una carta al gobernador de Malvinas, Sir. Cosmo Dugal Patrick Thomas Haskard (ausente ese día), los argentinos se rindieron tras la negociación del sacerdote católico que oficiaba en las islas, el holandés Rodolfo Roel, quien durante el operativo ofreció una misa para los argentinos.

«Al final, nos fueron rodeando con los otros soldados y policías que había en Malvinas. Nos apuntaron con armas largas y cañones antiaéreos. Roel nos convenció de que nuestra misión estaba cumplida», repasó años atrás en declaraciones a Télam Norberto Karasiewicz, quien participó del operativo.
Tras la rendición, «los cóndores» quedaron alojados en un galpón y luego fueron trasladados al buque de la Armada Argentina Bahía Buen Suceso, desde una lancha carbonera, en un traspaso que se hizo en altamar.

Los integrantes de operativo fueron alojados en el penal de Ushuaia y juzgados por la justicia de Tierra del Fuego, que, al no existir jurisprudencia que penara la piratería aérea, se limitó a dictar condenas por el delito de privación ilegítima de la libertad, portación de armas y asociación ilícita.

Dardo Cabo, Alejandro Giovenco y Juan Carlos Rodríguez debieron pasar tres años en prisión debido a sus antecedentes penales, en tanto que el resto de los integrantes de la misión quedaron libres tras nueve meses de confinamiento.

(Nota EGI): Años después, la conflictiva y tumultuosa década de los ’70 los encontraría en veredas opuestas de la militancia. Dardo Cabo fue uno de los fundadores de la organización Descamisados, luego se uniría a la organización Montoneros y en 1977 estaba preso en la unidad 9 de La Plata, a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. El 7 de enero de 1977 Dardo Cabo y Roberto Rufino «Palometa» Pirles fueron sacados del penal de La Plata con el pretexto de trasladarlos al penal de Sierra Chica (La orden del falso traslado fue firmada por el Coronel Orlando Ruarte). En la madrugada del 8 de enero, cuando se aprestaban a cruzar el puente del río Samborombón Grande, a la altura del km 56 de la ruta 215 (a 15 km al sur de la ciudad de Brandsen), fueron fusilados en un simulacro de fuga.  Por su parte, Alejandro Giovenco terminaría sus días como Jefe militar de la Concentración Nacional Universitaria, (CNU), que formaba parte del Comando de Organización (CdeO), una organización de la ultra derecha justicialista, y falleció el 19 de febrero de 1974, en plena Avenida Corrientes de la Capital Federal, al explotarle una granada que portaba.

 

Fuente: TELAM – Propias

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