16 abril, 2024 09:41
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Las redes sociales y la desinformación

 

“Apuesto a que conoces al menos a una chica que consume esteroides todos los días”, comienza diciendo un joven en un video de TikTok. Mira fijamente a la cámara, mientras continúa con su gran revelación, que es notablemente falsa: “En la actualidad, una de cada tres chicas toma la píldora anticonceptiva y, aunque no lo creas, la píldora anticonceptiva es equivalente al esteroide de culturismo nandrolona”.

Dhahir explica qué es un esteroide y luego va punto por punto para ilustrar por qué el video original —que afirma que los anticonceptivos orales provocan un cúmulo de síntomas, incluyendo cambios en la atracción sexual— es inexacto. “Este tipo simplemente está usando tácticas de miedo”, explica Dhahir al espectador, señalando que hay muchas opciones de control de la natalidad con diferentes tipos de efectos secundarios.

Dhahir forma parte de una creciente cohorte de científicos, médicos, profesionales de la salud y académicos que desmienten la desinformación en temas de salud en TikTok usando la herramienta de stitch para editar las grabaciones existentes para ofrecer una nueva aportación. Aunque las plataformas de redes sociales, como TikTok, han desarrollado sistemas para señalar la desinformación sobre las vacunas, hay un océano de otras afirmaciones dudosas sobre la salud que a menudo no se analizan excepto cuando usuarios individuales, que tienen conocimientos médicos reales, se oponen.

“La desinformación afecta las decisiones médicas y la salud”, afirmó Dhahir, que empezó a responder a las afirmaciones falsas en TikTok al principio de la pandemia y desde entonces ha acumulado 9,5 millones de “me gusta” en sus videos. Ha desmentido las afirmaciones de que los anticonceptivos hacen infértiles a las mujeres, que solo se puede confiar en la medicina “natural” y que el Tylenol está relacionado con el autismo.

A menudo es un trabajo agotador. Los influentes no calificados que publican información errónea superan con creces a los expertos que la desmienten, los cuales a menudo son objeto de acoso por parte de otros usuarios debido a sus esfuerzos. “Por cada creador importante que se basa realmente en la evidencia, hay 50 o 60 creadores importantes que difunden información errónea”, afirmó Idrees Mughal, médico residente en Reino Unido que tiene una maestría adicional en Investigación Nutricional, cuya cuenta, @dr_idz, tiene un millón de seguidores. Mughal desmiente las dietas de moda, las afirmaciones sin fundamento de que los ingredientes de los alimentos son “cancerígenos” y el mito acerca de que ciertas verduras contienen sustancias químicas “tóxicas”. La desinformación es tan omnipresente que Mughal dice que los usuarios que le piden que desmienta afirmaciones lo etiquetan en 100 a 200 videos al día. “La gente está buscando creadores genuinos basados en la ciencia y las pruebas”, dijo.

La desinformación está muy extendida en todas las principales plataformas de redes sociales, pero las capacidades de audio de TikTok pueden darle una longevidad particular a las afirmaciones falsas. Fragmentos de información errónea recortados y guardados como lo que TikTok llama sonidos “operan como mensajes en cadena virales”, según una publicación de blog de 2021 del Instituto para el Diálogo Estratégico (ISD, por su sigla en inglés), un centro con sede en Londres que investiga la desinformación y el extremismo en línea. Incluso si se elimina un video, a menudo sobrevive el audio original en el trabajo de los usuarios que ya lo tomaron prestado para su propio contenido.

Las redes sociales favorecen la proliferación de noticias falsas

TikTok ha promulgado políticas para marcar ese contenido, incluyendo la adición de letreros informativos al contenido sobre la vacuna contra la COVID-19, pero un estudio de ISD de más de 6000 videos relacionados con las vacunas encontró que el 58 por ciento carecía de advertencias. Cuando se trata de combatir la desinformación sobre la salud en general, todas las plataformas de redes sociales se enfrentan a una tarea abrumadora, debido al gran volumen de publicaciones inexactas. Mediante un comunicado, TikTok escribió: “Trabajamos con diligencia para tomar medidas sobre el contenido y las cuentas que difunden información errónea, al mismo tiempo que promovemos contenido autorizado sobre vacunas a través de nuestro centro de información COVID-19”.

Cuando le preguntaron si TikTok abordaba la desinformación general sobre la salud, la compañía respondió que elimina las violaciones de las políticas de la plataforma y también trabaja “con creadores confiables para elevar el contenido autorizado sobre temas relacionados con la salud pública”.

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Abbie Richards, investigadora en materia de Información Errónea y Desinformación e investigadora del Accelerationism Research Consortium, una organización destinada a entender y abordar la amenaza del extremismo, señaló que el formato de video de TikTok también era ventajoso para difundir conspiraciones. Los creadores hablan directamente a la cámara como si estuvieran en una videollamada con el espectador. “Se siente más auténtico que un texto sin cuerpo”, opinó Richards, lo que puede hacer que parezca más creíble. YouTube, que sigue siendo una plataforma de video mucho más grande que TikTok y también tiene capacidades de audio, no crea necesariamente la misma sensación de intimidad.

Por qué creemos en conspiraciones?

Timothy Caulfield, titular de la cátedra de investigación sobre Derecho y Política de la salud de la Universidad de Alberta, Canadá, estudia la desinformación en las redes sociales y afirma que las investigaciones han demostrado que una anécdota personal, un testimonio o una narración poderosa pueden superar la capacidad de la gente para pensar científicamente. Junto con elementos visuales creativos, “esos elementos han hecho que sea una forma muy consumible y poderosa de difundir la desinformación”, dijo.

Los creadores de pseudociencia han aprovechado la velocidad inherente a las plataformas de las redes sociales con sus propias tácticas. Muchos utilizan el miedo y la conmoción para que sus falsas afirmaciones sobre temas de salud parezcan más urgentes y creíbles. Un vídeo que Mughal desmintió afirmaba que muchas personas, sin saberlo, tienen parásitos viviendo en sus intestinos que causan enfermedades crónicas y que la solución es comprar “kits de depuración parasitaria”.

En los círculos de belleza de TikTok, Michelle Wong, una química cosmética que dirige Lab Muffin Beauty Science, un blog y cuentas en redes sociales que explican la ciencia detrás de los productos cosméticos y del cuidado de la piel, ha incursionado en una nueva carrera luchando contra la desinformación. A menudo se encuentra con creadores que sacan de contexto los ingredientes, a veces confundiendo el uso tópico con la ingestión, una distinción importante, pues los consumidores no se beben sus cremas hidratantes. Wong también ve a creadores de pseudociencia que respaldan afirmaciones falsas y alarmistas sobre los protectores solares con informes académicos a los que los creadores no tienen pleno acceso o no entienden. “Eso es bastante convincente, porque muy poca gente va a consultar cada uno de los documentos que aparecen en la lista”, afirmó.

La falta de conocimientos científicos en línea fue en parte lo que inspiró a Katrine Wallace, epidemióloga y profesora de la Universidad de Illinois en Chicago, para comenzar a desacreditar el contenido inexacto en TikTok. Al principio de la pandemia, se dio cuenta de que los usuarios debatían si la covid era real, y desde entonces ha desmentido videos en los que se afirmaba, por ejemplo, que las vacunas contra la covid causan la muerte en seis meses, y que hay gusanos microscópicos o parásitos en los cubrebocas quirúrgicos. Este tema vuelve a circular cada seis meses, dijo en una entrevista, y añadió: “La gente está obsesionada”.

Los espectadores se sienten atraídos por las afirmaciones sorprendentes o extremas, y el algoritmo de la aplicación promueve los contenidos que cuentan con una mayor interacción, razón por la cual los desmentidores con frecuencia comentan afirmaciones provocadoras en sus videos. Por las mismas razones, los videos de respuesta que rompen mitos como el de Dhahir sobre la anticoncepción oral a menudo obtienen más vistas que aquellos en los que sencillamente se explica algo. “A la gente le gusta el drama”, aseguró Wallace.

Al refutar afirmaciones, los desacreditadores intentan relacionarse respetuosamente con otros creadores. Mughal dijo que se abstuvo de insultar o atacar a los creadores que difundieron información errónea y, en cambio, se enfocó en abordar las afirmaciones de salud. Wallace adopta un enfoque diferente. Ella dijo que primero se comunica en privado con el autor original para explicar por qué el video es problemático y lo insta a eliminarlo o abordar públicamente la información errónea. “Y si me bloquean o eliminan mis comentarios, entonces comienzo el proceso de desacreditación”, explica.

El negocio de desacreditar requiere mucho tiempo. La creación de guiones, la filmación y la edición, sin mencionar la gestión de los comentarios, que a veces también generan información errónea cuando los usuarios comparten argumentos en contra, pueden llevar horas todos los días. Para atraer al público, cada video debe transmitir con precisión la ciencia, pero también debe ser entretenido y abordar el tema con matices y sensibilidad, todo eso sin dejar de captar la atención del espectador en 15 segundos.

No ayuda el hecho de que el contenido para desmentir no contribuya a la economía de los creadores, pues muchos cazadores de mitos se abstienen de aceptar patrocinios para evitar conflictos de intereses. Wong acepta patrocinios pero, al igual que otros que trabajan con marcas, es selectiva y evita a los clientes que tienen prácticas de mercadotecnia engañosas o afirmaciones que constituyen una panacea.

“Es posible trabajar con marcas y seguir basándose en los hechos y en la ciencia”, dijo, pero reconoció que “parte de ello es la necesidad, porque desacreditar contenido estaba ocupando muchas de mis horas al día”.

Wong dejó su empleo en 2019 para dedicarse a tiempo completo a Lab Muffin Beauty Science, pero a veces sigue trabajando hasta 70 horas a la semana. “La ciencia simplemente toma mucho más tiempo que la desinformación, porque tienes que hacer la investigación correctamente”, agregó.

Cuando un desacreditador tiene una audiencia, el trabajo de mantener y construir una cuenta también puede llevar al agotamiento. Como la mayoría de los influentes, se presionan para sobresalir. Como lo explicó Austin Chiang, un gastroenterólogo con más de 500.000 seguidores en TikTok, a menudo se culpan si su contenido no tiene un buen desempeño. “Pensamos: ¿es porque mi mensaje no es bueno?”, comentó. “¿Es porque la calidad del video no es buena?”.

Sin embargo, Wallace dijo que el elemento más agotador era el acoso. Los comentaristas la insultan en repetidas ocasiones, y cuando publica a favor de la vacunación, la acusan de ser “cómplice de las grandes farmacéuticas”. “Bloqueo cuentas todos los días”, afirmó Wallace. También ha recibido mensajes amenazantes y sexualmente violentos a través de su cuenta de correo electrónico de la universidad, una situación que, según ella, obligó a la policía universitaria a intervenir a principios de este año.

Para los profesionales de la salud, el acoso también puede acarrear consecuencias profesionales o el temor de vivirlas. “Las instituciones de muchas personas no quieren que atraigan mucha atención negativa”, aseguró Renée DiResta, experta en desinformación y directora de investigación técnica del Stanford Internet Observatory, que estudia la propaganda en internet. Se anima a los médicos a tratar a pacientes. A los científicos se les anima a que realicen investigaciones y sometan sus hallazgos a una revisión por pares. A crear contenido en TikTok casi no.

Dhahir se planteó dejar TikTok después de que los usuarios encontraron la dirección de su farmacia y difundieron rumores sobre su vida profesional y personal. También tuvo que reunirse con el decano de Medicina de la Universidad de Sídney y explicarle por qué la universidad había recibido quejas. Dhahir dijo que se sentía apoyado por su universidad, pero le preocupaba que eso pudiera cambiar de pronto. “Un paso en falso, y entonces mi trabajo puede provocar que me despidan o la universidad puede echarme”, dijo. “Tengo que asegurarme de no meter la pata”.

Mughal dijo que había escuchado a compañeros médicos que se resistían a hacer contenidos educativos en las redes sociales, no sea que los denunciantes “los metan en problemas”. “No hay mucha protección para los profesionales de la salud que hacen contenido para el público en general”, reveló. Los creadores dijeron que temían perder sus licencias o su membresía a asociaciones profesionales. A los médicos que trabajan en la práctica privada les preocupa que sus detractores inunden Yelp con reseñas negativas.

DiResta destacó la importancia de que los expertos en salud se relacionen con el público en las redes sociales, pero hasta que no haya un mayor apoyo de las instituciones, duda en recomendar que lo hagan. “Tienen que saber lo que les va a pasar cuando lo hagan. Ese es el problema”, aseguró.

Con el agotamiento de los desacreditadores en el horizonte y un flujo interminable de pseudociencia, los investigadores dijeron que necesitaban más datos para determinar qué estrategias funcionaban mejor para contrarrestar la desinformación. Algunos dicen que TikTok debería promocionar los contenidos de salud basados en la evidencia en la página “Para ti”, la página personalizada de contenidos recomendados de la plataforma, para que no se pierdan entre los videos de apariencia similar que promueven la desinformación.

Sin embargo, no todo el mundo está deseando que una plataforma encumbre artificialmente a los expertos en salud. Karan Raj, cirujano del Servicio Nacional de Salud británico que ha conseguido 4,8 millones de seguidores en TikTok desacreditando afirmaciones como la advertencia de que la retención de gases provoca apendicitis o que las pastillas desecantes que se encuentran en las pruebas de embarazo son una forma de Plan B, argumentó que la promoción desde arriba podría erosionar la confianza del público.

“La gente debería querer ver el contenido porque le gusta”, dijo Raj, insistiendo en que los videos tienen que ganar popularidad por sí mismos. “Si llego a la página ‘Para ti’, es porque a la gente le gusta mi contenido”.

Richards señaló que el hecho de que un video de, por ejemplo, la OMS tenga millones de visitas no garantiza que la información vaya a influir en los usuarios, y señaló que el impacto se mide mediante una metodología mixta que analiza varios factores, como la interacción, el tiempo de reproducción y cuánto se comparte.

Algunos investigadores recomiendan que TikTok colabore con organizaciones de la salud para identificar a expertos que puedan explicar cuestiones complejas en términos no especializados, como hizo la plataforma con la COVID-19. Ciaran O’Connor, analista que estudia la desinformación en el Instituto para el Diálogo Estratégico, sugirió que TikTok ofrezca a los expertos insignias verificadas como sello de autoridad.

Pero tanto los expertos en desinformación como los creadores argumentaron que las plataformas de redes sociales no son las únicas responsables de amplificar la información precisa. Quieren que las instituciones y los departamentos de salud inviertan más en los influentes. También quieren iniciativas más fuertes para apoyar a los creadores, como compensaciones financieras, recursos de salud mental o ayuda para manejar el acoso. “Para todos los expertos que están tratando de difundir información de alta calidad, si queremos que sea sostenible para ellos, tenemos que construir una infraestructura que no dependa de las plataformas”, dijo Richards. Ahora mismo, dijo, “se considera un pasatiempo, casi como una obra de caridad”.

A pesar de los obstáculos, los desmitificadores ven que sus esfuerzos dan resultado. Sus seguidores le han dicho a Wallace que se vacunaron después de ver sus videos. Chiang recibió noticias de espectadores que se sometieron a pruebas de detección de enfermedades que, de otro modo, habrían ignorado. Y los seguidores de Dhahir a veces le dan las gracias.

“Me dicen: ‘Te lo agradezco todo’ o ‘Me has inspirado’”, contó Dhahir. “Entonces pienso: ‘¿Saben qué? Esto sí vale la pena’”.

Rina Raphael es autora del libro de próxima publicación The Gospel of Wellness.

 

Fuente: The New York Times

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