Por Jay K. Varma – Profesor en la Escuela de Medicina Weill Cornell. Médico y epidemiólogo enfocado en la respuesta a gran escala a enfermedades infecciosas.
El público en general necesita exigir que los funcionarios electos reconozcan que es apremiante tener una estrategia nacional sólida y un presupuesto concentrado en la salud sexual. Si se considera a la salud sexual una parte rutinaria del bienestar y se le asignan suficientes fondos, podemos reducir la barrera que dificulta el acceso a servicios esenciales y proteger a todos de amenazas sanitarias emergentes, como la viruela del mono.
Desde mayo de 2022, se han reportado varios casos de viruela del mono en distintos estados de Estados Unidos y en Europa, asociados principalmente con hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. Las investigaciones sobre salud pública sugieren que las infecciones se propagan durante el contacto sexual, muy probablemente cuando la piel de una persona sana toca la de una persona infectada en el área genital o anal. Si bien los especialistas en epidemiología todavía debaten si la viruela del mono debe describirse como una enfermedad “de transmisión sexual” o “transmisible sexualmente”, es razonable pensar que la infección se transmite durante la actividad sexual, de manera parecida a otras infecciones que se transmiten por el contacto piel con piel durante las relaciones sexuales, como herpes, sífilis y el virus del papiloma humano. Si bien no se han registrado muertes en Estados Unidos, una mayor generalización de las infecciones tendrá como consecuencia que algunas personas experimenten complicaciones graves, como daños a los ojos, al cerebro y los pulmones. También es posible que las infecciones sean más graves en el caso de personas con VIH, que, en Estados Unidos, es más común entre los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres.
Muchos casos de viruela del mono durante el brote reciente en Europa y Estados Unidos se detectaron en clínicas dedicadas al tratamiento de infecciones de transmisión sexual. Pero existen motivos que hacen creer que Estados Unidos sufre muchos casos más de los registrados. Los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés), ha dicho que no sabe cómo contrajeron la enfermedad algunos pacientes estadounidenses, lo que hace pensar que es posible que algunas personas a quienes no se ha diagnosticado siguen propagando la infección. También según la información de los CDC, hay al menos dos variantes distintas de la viruela del mono en Estados Unidos y, por lo tanto, más de un brote al mismo tiempo. En mi experiencia personal, los hombres jóvenes que tienen relaciones con hombres en muchos casos reciben diagnósticos equivocados cuando recurren a los servicios de emergencias.
¿Por qué no se identifican todos los casos? Una posible razón es que Estados Unidos no tiene un número suficiente de clínicas especializadas en salud sexual, incluidas las de servicios de planeación familiar, disfunción sexual, afirmación de género e infecciones de transmisión sexual. Históricamente, la mayor parte de estas clínicas dependen de departamentos locales de salud con financiamiento público.
En la década de 2010, muchos departamentos de salud redujeron las horas de atención en las clínicas de salud sexual, y los programas de prevención se vieron afectados más a partir de 2020 por la COVID-19. En parte debido a estos servicios de salud reducidos, las infecciones de transmisión sexual han ido en aumento desde hace varios años, y los CDC calculan que, en cada día de 2018, uno de cada cinco estadounidenses tuvo alguna de estas infecciones. Las tasas son especialmente altas entre las personas de 15 a 24 años y los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres.
Otros especialistas, con quienes coincido, temen que la viruela del mono explote esta vulnerabilidad y se convierta en una infección de transmisión sexual arraigada permanentemente en Estados Unidos, como ha ocurrido con la sífilis y el VIH. Los cambios iniciales en la piel vistos en este brote por lo regular parecen inocuos y pueden presentarse en áreas que pasan desapercibidas con facilidad, como dentro del ano. De cualquier forma, se trata de lesiones muy contagiosas que incluso pueden contaminar superficies o materiales como toallas, que pueden propagar la infección a otras personas. Los cambios en la piel también pueden ser parecidos a los que ocasionan otras infecciones, como herpes, molusco contagioso o sífilis, por lo que es muy fácil que alguien que no es experto en la evaluación de infecciones de transmisión sexual dé un diagnóstico distinto a la viruela del mono.
Como sabemos por la experiencia con otras enfermedades de transmisión sexual, es posible que los pacientes que tienen síntomas en los genitales o el ano y creen que se relacionan con su actividad sexual no quieran ver a un médico de cuidados primarios, en parte por temor a que el diagnóstico quede documentado en su historial médico y afecte su seguro de salud (si es que lo tienen). A falta de clínicas de fácil acceso que ofrezcan pruebas de viruela del mono en la actualidad, hay una mayor probabilidad de que no se diagnostiquen pronto las infecciones de manera precisa y se sigan propagando. Además, es probable que la dinámica de algunas redes sexuales de hombres que tienen relaciones sexuales con hombres —en la que hombres con varias parejas sexuales tienen relaciones sexuales con hombres que también tienen varias parejas— contribuya a la continua transmisión de la viruela del mono en esta población.
El gobierno federal y los gobiernos estatales deberían poner en marcha de inmediato campañas a gran escala para educar a los proveedores de servicios de salud de todo tipo acerca de la viruela del mono. Las autoridades de salud pública no pueden asumir que los médicos sabrán cuándo hacer una prueba para detectar esta enfermedad y cómo manejar el proceso de tomar muestras de una lesión cutánea y enviarlas a un laboratorio especializado.
Las agencias de salud pública necesitan aumentar en gran medida la colaboración con grupos comunitarios y aplicaciones diseñadas para encontrar parejas, promotores de fiestas y compañías de viajes especializadas en hombres homosexuales, bisexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres para invitarlos a examinar su piel y detectar cambios. Algunos hombres homosexuales no tienen ningún reparo en tomar y compartir fotografías de su pene y ano cuando quieren ligar; es necesario alentarlos a hacerlo también por su salud. El gobierno federal también debería autorizar que los departamentos de salud estatales utilicen fondos asignados a la COVID-19 que todavía no se han gastado para suministros, equipo y personal dedicado a las infecciones de transmisión sexual para ofrecer más horas de atención y divulgación comunitaria en las clínicas de salud sexual, así como el rastreo de contactos y apoyo para el aislamiento de personas infectadas.
Fuente: The New York Times
Jay Varma es profesor de la Escuela de Medicina Weill Cornell. Es un epidemiólogo especializado en la respuesta a gran escala a las enfermedades infecciosas.