27 julio, 2024 00:35
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LA DAMA INSISTE EN JAQUEAR AL «REY». NO HABRÁ TABLAS.

Foto de archivo. NA

En reiteradas oportunidades la vicepresidenta Victoria Villarruel ha comentado sin discreción sus opiniones sobre el equilibrio emocional del Presidente y la incertidumbre institucional que podría generar su accionar.

En enero, después de una nota otorgada por Villarruel al corresponsal del Financial Times, el periodista elogió el estilo “pulido y refinado” y las cualidades políticas de la vicepresidenta, al tiempo que calificaba a Milei como “un excéntrico de arranques irascibles” y advertía sobre la “posibilidad real de que no complete sus cuatro años de mandato”.

El artículo también incluía la opinión de un diplomático asentado en Buenos Aires, para el cual era de esperar que Villarruel terminara armando un proyecto político para presentarse como candidata presidencial: “Creo que hay que observarla atentamente –decía el diplomático–, ella está lista para lo que sea”.

Como si hiciera falta aclarar que se había sentido bien reflejada por el artículo, ella misma se encargó de retuitearlo: “Nota en el Financial Times ‘I think you have to watch her closely’, he said. ‘She is ready… anything’”. Destacando el textual en el que el diplomático decía que ella estaba preparada para lo que fuera necesario.

Villarruel se sintió traicionada ya desde los primeros días en el gobierno, cuando Milei olvidó la promesa de que la segunda en la fórmula se ocuparía de las políticas de seguridad, defensa e inteligencia. Sus aspiraciones de manejar esas áreas quedaron en nada después de la designación de Bullrich y Petri para ocupar esas carteras. Un disgusto para la vice, porque ya había tenido reuniones con especialistas, con diplomáticos y con servicios de Inteligencia extranjeros.

La biblia y el calefón

Lo que conviene recordar para comprender el fondo del enfrentamiento entre Milei y Victoria es que encarnan dos proyectos distintos. Desde la recuperación democrática, no hubo dos personas tan distintas ideológicamente que ocuparan los dos cargos institucionales más importantes del país.

Javier Milei. Caricatura Pablo Temes

Javier Milei es el primer presidente anarcocapitalista de la historia. Esto es, alguien que predica la desaparición del Estado de toda la vida pública y la liberalización extrema de los hábitos y creencias de las personas.

En cambio, Victoria Villarruel es una nacionalista ultracatólica que no solo no promueve la desaparición del Estado, sino que considera esencial su presencia. Desde lo religioso, ella está cerca de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, fundada por el fallecido arzobispo Marcel Lefebvre, un grupo crítico del Papa e inspirado en obispos con posiciones que bordean el antisemitismo. También participa de la Fundación Tridentina por los Valores Clásicos. El nombre remite a la “misa tridentina”, que reivindica la forma de misa previa al Concilio Vaticano II (en latín y de espaldas a los feligreses).

Es histórico el enfrentamiento en el mundo entre liberales y nacionalistas. Aquí, incluso, hubo choques armados cuando los militares ejercían el poder y se dividían en esos bandos (en 1962 hubo batallas en la Ciudad de Buenos Aires entre esos sectores, conocidos como “Azules” y “Colorados”). Tanto para el nacionalismo conservador como para el integrismo católico, el liberalismo es un enemigo similar al comunismo.

En las corrientes en las que Villarruel se identifica, se emparenta al liberalismo con la posmodernidad, con un ecumenismo que debilita a la Iglesia Católica, con el libertinaje de las conductas personales y sexuales, el endiosamiento del mercado y la degradación del Estado-Nación.

Si corporizaran al Mal, Milei sería su máxima encarnación. Porque desde esa concepción él, como anarcocapitalista, es algo peor que liberal. Es promotor de una ideología por la cual la libertad y determinación de las personas se imponen siempre por encima de cualquier constricción religiosa o estatal.

Por esto los “villarruelistas”  hablan del voto a Milei como una necesidad táctica con el objetivo de recuperar los valores católicos y nacionalistas; y cuestionan la cercanía del Gobierno con Israel y el judaísmo, y su defensa laxa de la última dictadura militar y de la soberanía sobre Malvinas.

Por su parte, Milei y su entorno íntimo la consideran una desagradecida. «Sin mí no sería nada!”, aullaba el Presidente ante su hermana y un puñado de colaboradores,  reunión en la que abundaban los insultos contra Victoria Villarruel.

La presidenta del Senado se lo toma con ecuanimidad. Después de lograr el rechazo del DNU divulgó en las redes un video en el que defiende su relación con Milei: “a pesar de los incontables intentos por dividirnos”. Aunque inmediatamente aclara que el Senado es: “la casa de las provincias y un poder independiente”.  Y cierra sonriente el video con: “todo por Argentina” y sin vivar a la libertad carajo.

El país entero empieza a visualizar una institucionalidad inestable, que depende de dos compañeros de fórmula que a todas luces están cometiendo el error de subestimarse mutuamente, cegados por su ambición y su mesianismo.

 

Fuente: Perfil – Gustavo González  (Presidente y CEO de Editorial Perfil. @gonzalezenzona) – Javier Calvo – Propias

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