El asado no volvió, tampoco la “alegría peronista”, ni la justicia social. Los cuatro años de Alberto Fernández cerraron sin pena ni gloria, y dieron paso a un “cisne negro” que pocos vieron venir. El triunfo del libertario outsider Javier Milei, el político menos profesional y más imprevisible que a partir de este domingo deberá empezar a tomar decisiones que definirán la vida de 46 millones de argentinos, tomó a todos a contrapierna.

Milei asumirá -y lo dejará claro en su primer discurso- sabiendo que el final de la gestión de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa quedó plagado de deudas y números rojos. Las principales variables macroeconómicas terminaron peor que cuando empezó en 2019, con excepción de la desocupación, que bajó un poco.

En el medio, la Argentina atravesó la pandemia más feroz en cien años, que se llevó 15 millones de vidas en el mundo y trastocó para siempre la forma de relacionarnos con el mundo y de desarrollarnos económicamente.

Encima, como si se tratara de las 7 plagas, el país sufrió una sequía que destruyó más de 20.000 millones de dólares de la riqueza agroindustrial, clave para la sobrevida de una economía argentina que, lejos de estar condenada al éxito, acumula una sucesión interminable de fracasos.

En eso estábamos y, cuando ya parecía que había sido suficiente, la invasión de Rusia a Ucrania desató una guerra que disparó el precio de todos los commodities y le metió aún más presión al costo de vida en la Argentina, que es casi récord mundial.

Fueron cuatro años donde pasó de todo, incluido un intento de la vicepresidenta Cristina Fernández de quitarle el poder al presidente, haciendo que todos los funcionarios que le respondían ciegamente presentaran su renuncia tras la derrota electoral de medio término.

Todos esos funcionarios, con el ministro del Interior, Eduardo De Pedro a la cabeza, se quedaron hasta el final, nadie se fue, como recordó el propio presidente de la Nación en uno de los últimos reportajes que brindó a Noticias Argentinas.

“Nadie presentó una renuncia indeclinable. Eran apenas unas notitas”, chicaneó el presidente saliente, para graficar hasta qué punto se vivieron momentos dramáticos en el seno del poder.

Esas sucesivas crisis explican por qué el último año de gobierno fue durísimo, y la inflación se desbocó a la zona del 180 por ciento anual.

“Con Massa y su plan económico, el objetivo fue aguantar. Pero claramente no se cumplieron las expectativas”, explicó el especialista en finanzas Fernando Marull, director de la consultora FMyA.

El asado, casi prohibido en la mesa de los argentinos

 

Como parte de la campaña electoral del 2019, el Frente de Todos utilizó una pieza propagandística en la que las imágenes pasaban de las parrillas vacías siendo utilizadas como armarios, a locaciones en las que el asado y la fiesta con amigos y familia llegaban de la mano del peronismo que recuperaba el poder.

Sin embargo, los planes fallaron. Cuando Alberto y Cristina Fernández asumieron, el kilo de asado costaba $200. Esta semana, cotizaba a $4.500. Se trata de un 2.150% de incremento en la comida típica de los argentinos. El costo de vida durante el gobierno neokirchnerista fue del 850%.

Todos los especialistas coinciden en que la economía llegó a diciembre de este año en terapia intensiva, y que si no se habla de hiper es solamente porque los técnicos definieron hace tiempo que para hacerlo era necesario que los precios rebotaran 50% en un solo mes. Para diciembre se está estimando un costo de vida de entre 20% y 30%. No se estará tan lejos de una híper.

Los datos sociales hielan las sangre: como nunca, creció con fuerza la cantidad de trabajadores en blanco que ganan salarios por debajo de la línea de pobreza, definida en $340 mil pesos en octubre.

Una de las características del gobierno saliente fue que la pobreza creció pese a que el empleo se sostuvo. La desocupación era del 8,9% cuando llegó Alberto y ahora es del 6,2%.Así, se consolidó un fenómeno en el que parte de los trabajadores registrados no gana lo suficiente para cubrir la canasta básica.

En octubre, una familia tipo necesitó más de 340 mil pesos para no ser pobre. Hay sectores laborales que tienen salarios de 250 mil pesos.

Por eso Milei sostiene que su gran objetivo es “evitar una híper que pueda dejar al 95 por ciento de la gente bajo la línea de pobreza, lo que sería una catástrofe”.

Habrá que ver entonces cómo juegan en este delicado escenario las medidas que se anunciarán a partir de este domingo, y la esperada devaluación que se viene.

Es que, mientras en estos cuatro años los salarios subieron alrededor del 680 por ciento, el costo de vida se disparó 860 por ciento. Son 180 puntos más, lo cual explica la debilitada situación de quienes son asalariados.

El dólar por las nubes

 

Cuando arrancó la gestión de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, el dólar oficial cotizaba a $ 63. El jueves, cerró sobre la hora por encima de los $400. La suba fue del 540%. El que apuesta al dólar, claramente gana en la Argentina.

El gobierno asegura que ante un escenario de fuga permanente de divisas, debió apelar a sucesivos cepos cambiarios, hasta tener una veintena de tipos de cambio.

Como ocurrió con el asado, acá tampoco se cumplieron las promesas de campaña, y tampoco las declaraciones previas. Alberto Fernández había advertido tras irse del segundo gobierno de Cristina Kirchner, que «el cepo es como poner una piedra en una puerta giratoria: nadie sale, pero nadie entra».

En este escenario, el gobierno del Frente de Todos le deja a Milei un Banco Central en estado grave, con una pérdida de reservas por unos US$ 20.000 millones.

Y un dato clave que deberá atender cuanto antes la nueva gestión: las reservas netas negativas rondan los US$ 12.000 millones, según estimaciones de Aurum Valores. La pregunta sobrevuela cada vez más con más fuerza al mercado: ¿con qué dólares está atendiendo la poca ventanilla que aún queda abierta para, por ejemplo, financiar importaciones.

Ante ese escenario de emisión monetaria al borde del descontrol, Milei quiere aplicar desde este domingo un freno a la emisión monetaria, tras prever un guadañazo al gasto público, que inevitablemente provocará una retracción fuerte en la economía.

Según consultoras privadas, el gasto público de Nación, Provincias y Municipios ronda los US$ 240.000 millones. Representa el 40% de un Producto Bruto que sufrirá una fuerte contracción en el primer semestre del 2024.

Habrá que agarrarse fuerte. Se vienen las “Mileinomics”, con recorte total del gasto público, búsqueda de equilibrio fiscal en este 2024 y superávit en el 2025 para dar una señal a los acreedores y tratar de que lleguen inversiones.

El vuelo pinta turbulento. Habrá que ajustarse los cinturones, con más fuerza que nunca, porque la estanflación puede durar mucho más de un año, y terminar de poner patas para arriba las pocas variables que todavía quedan en pie.