Varios hombres sostienen una imagen del líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, este sábado en Beirut.Foto: HOUSSAM SHBARO (ANADOLU/GETTY)
El ejército de Israel ha anunciado este sábado el asesinato de Hasan Nasralá, máximo líder de Hezbolá durante 32 años. Lo ha hecho 18 horas después de lanzar varias bombas de hasta una tonelada y con capacidad de penetrar búnkeres contra edificios residenciales en Dahiye, al sur de Beirut, la capital de Líbano, bajo los cuales ―según el ejército israelí― se encontraba Nasralá. Unas horas después, el partido-milicia libanés ha confirmado la muerte de su principal dirigente, de 64 años, convertido en su rostro ante el mundo y en la voz de muchos chiíes del país. “[Nasralá] Ha fallecido (…) como un gran mártir, un líder heroico, audaz, valiente, sabio, perspicaz y fiel”, ha expresado Hezbolá en un comunicado.
Tras conocerse la noticia en las calles de Beirut, decenas de personas han estallado en llantos y gritos en honor a Nasralá. Oriente Próximo vuelve a entrar en terra incognita, como otras tantas veces desde octubre de 2023.
“Nasralá fue responsable del asesinato de numerosos civiles y soldados israelíes y de la planificación y ejecución de miles de actividades terroristas. Fue responsable de dirigir y ejecutar ataques terroristas en todo el mundo en los que fueron asesinados civiles de diversas nacionalidades. Era el principal responsable de la toma de decisiones y el líder estratégico de la organización”, ha señalado en un comunicado el ejército israelí, que ha llamado a filas a tres batallones de reservistas para “actividades operativas y para reforzar la defensa del Mando Central”, el responsable del territorio ocupado de Cisjordania.
Las Fuerzas Armadas han anunciado la muerte de otros mandos de la milicia en el mismo bombardeo, entre ellos Ali Karaki, jefe del frente sur. Ya había tratado de acabar con él el lunes, en uno de los seis bombardeos que ha lanzado desde la pasada semana en Dahiye, el suburbio chií y feudo de Hezbolá. Es una zona densamente poblada y con calles estrechas, así que se teme que la suma de los bombardeos para asesinar a Nasralá ―que aplanaron seis edificios residenciales de hasta seis plantas y derribaron otros colindantes― y los de la madrugada dejará un balance de víctimas escalofriante con el paso de las horas.
“A los honorables muyahidines [combatientes] y a los héroes victoriosos y triunfantes de la resistencia islámica”, ha expresado la milicia libanesa en su declaración, “sois la confianza del mártir sayyed [título honorífico otorgado a los considerados descendientes de Mahoma], sus hermanos, escudos inexpugnables y la joya de la corona del heroísmo y el sacrificio”. Hezbolá aclaró en la noche del viernes, cuando aún se especulaba sobre el estado de Nasralá, que otro de sus principales líderes y posible sucesor, Hashem Safieddine, estaba vivo.
Los ataques ―los últimos esta madrugada, cuyas explosiones e incendios se podían ver desde la capital y han generado miles de desplazados más― han causado decenas de muertos, entre ellos niños y mujeres; y descabezado a la organización, sobre cuya definición diverge la comunidad internacional: Estados Unidos la considera terrorista, la Unión Europea solo califica así a la rama militar (no al partido político con presencia parlamentaria) y varios países no occidentales la enmarcan en el “eje de la resistencia” contra Israel.
En las últimas semanas, varios ministros israelíes, como el de Finanzas, Bezalel Smotrich, habían defendido o sugerido el asesinato de Nasralá. Era una opción sobre la mesa desde que comenzó la guerra en Gaza, a raíz del ataque masivo por sorpresa de Hamás, pero siempre se acababa descartando, por sus potenciales consecuencias tanto militares como diplomáticas, según contó en su momento la prensa nacional.
Este viernes, cuando se conoció el intento de magnicidio, la Embajada en Beirut de Irán, patrón de Hezbolá, criticó la “peligrosa escalada que cambia las reglas del juego” y que recibirá el “castigo oportuno”. Para el primer ministro libanés, Nayib Mikati, (que intentaba estos días en la ONU sacar adelante la propuesta de alto el fuego durante 21 días que promueven Washington y París), es una prueba de que a Netanyahu “no le importan todos los esfuerzos internacionales ni los llamamientos a un alto el fuego” que tuvo que escuchar en Naciones Unidas. Algunas delegaciones se ausentaron durante su discurso y otras lo abuchearon.