Los maestros de la destilería, ubicada en Isley, utilizan técnicas ancestrales para alcanzar la excelencia.
El proceso de elaboración del whisky en la destilería de Laphroaig comienza en las salas de malteado, donde la cebada se esparce y se humecta para iniciar su germinación. Esta etapa se controla meticulosamente, primero manualmente cada cuatro horas y luego con maquinaria especializada para garantizar la transformación adecuada de los almidones.
Después de aproximadamente seis días, la cebada germina y se procede a secarla. Aquí es donde se destaca el uso único de turba por parte de los maestros de Laphroaig. Los hornos queman bloques de turba -cuidadosamente preparados durante un mes- para secar la cebada, impregnándola con fenoles y cortando la germinación.
Laphroaig es una de las pocas destilerías que aún realiza el malteado de forma artesanal sobre el suelo, y la única que lo hace con turba a baja temperatura (20ºC), incluso abriendo las ventanas para impregnar la sala con la brisa marina.
Una vez que la malta alcanza el nivel de humedad deseado, se fermenta para producir una especie de cerveza con un 8,5% de alcohol, que luego se destila una primera vez para obtener un low wine de 25% y una segunda vez para conseguir un eau de vie de 69%, cargado de sabores fenólicos y salitres.
El eau de vie se envejece pacientemente en barricas de bourbon Maker’s Mark, influenciado por la brisa marina que rodea las bodegas, culminando en un elixir que captura la esencia y tradición de la isla de Islay.
Laphroaig 10 años es un whisky con un delicado color oro pálido y un claro aroma a petricor y humo de turba con notas de yodo y aire marino. En boca se siente un cuerpo medio y ligeramente oleoso que evoluciona con la aparición de sabores a cebada malteada, vainilla y miel.
Fuente: CONDÉ NAST TRAVELER para LAPHROAIG
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