Para el presidente Javier Milei las cosas ya no son como eran. Las medidas -duras y poco felices en buena parte de los casos- en un principio parecieran haber sido digeridas sin chistar por la sociedad, pero ahora los anuncios que golpean al bolsillo ya no son gratuitos.
Todo esto, claro, desde la óptica de las encuestas, un factor que el Gobierno mira con muchísima atención y que incluso en varios momentos terminan por determinar el camino a seguir. Así como sí hay una preocupación algo insólita por el rating de la presentación del Presupuesto 2025, por ejemplo, y aunque el oficialismo lo niegue, también hay un ojo puesto en el resultado de las encuestas.
Si ante una batería de medidas dolorosas no se sentía un golpe en la imagen presidencial, entonces se interpreta como que la situación está dentro de los carriles deseados.
El Gobierno venía encontrando una respuesta favorable en este sentido, pero ahora la situación se comienza a revertir. Cada encuestadora maneja sus propios números, pero casi todas coinciden en que la imagen del presidente sí se resiente cuando la situación socio económica empeora.
Hay números que son demoledores. Ayer, sin ir más lejos, se conoció una encuesta de la Universidad Di Tella que muestra un derrumbe de nada menos que de 14,8% de la confianza en el Gobierno en septiembre y respecto de agosto.
«El actual nivel de confianza es 14,6% menor al de la medición de septiembre 2016 al comienzo del gobierno de Mauricio Macri, y 4,6% menor al de la medición de septiembre 2020, al comienzo de la gestión de Alberto Fernández», sostiene, categórico, el informe.
En esta misma línea, por ejemplo, Poliarquía refleja que, solo en septiembre, la imagen positiva de Milei se desplomó siete puntos, algo que lejos está de caer. Hay otros relevamientos que muestran cifras menos duras para el Gobierno, y de ahí eligen agarrarse.
El oficialismo entiende que casos como el de Poliarquía «son aislados», y afirma que no sirven para «repensar» la estrategia. Todo depende de cómo se los elija mirar.
Los números importan y son claves para el Gobierno. Les presta mucha atención, pero cuando no dan como pretenden, miran otros. Sería una suerte de reversión de la maravillosa frase de Groucho Marx que dice «si no le gustan mis principios, tengo estos otros». En este caso se podría transformar en «si no le gustan estos números, tengo estos otros».
Fuente: El Cronista
Matías Bonelli es Editor Jefe de Economía y Política