Tal vez fue una coincidencia la inquietante pantalla dividida (la supuesta impetuosa muerte del hombre que dirigió una rebelión armada en junio y el presidente ruso transmitiendo el poderío militar del Estado). Pero puso de relieve la imagen de supremacía y poder que Putin, después de 18 meses de su invasión a gran escala de Ucrania, parece más decidido que nunca a proyectar.
Pero con su rebelión de junio, Prigozhin amenazó algo todavía más delicado: la propia permanencia en el poder de Putin. Después del desplome del avión de Prigozhin el miércoles, parece que el Kremlin está enviando el mensaje de que no hay eficacia ni logro que valgan para proteger del castigo a alguien que no le guarde lealtad a Putin.
“Todos tienen miedo”, comentó Konstantin Remchukov, editor de un periódico que tiene vínculos con el Kremlin, acerca de la reacción de la élite rusa al accidente aéreo del miércoles el cual, según teorías de funcionarios occidentales, fue provocado por una explosión a bordo. “Es que simplemente todos ven que cualquier cosa es posible”.
Nunca antes había sido asesinado alguien tan fundamental para la clase gobernante rusa en una muerte que se sospecha fue patrocinada por el Estado, señaló Mijaíl Vinogradov, un analista político de Moscú.
“Este es un precedente muy importante”, comentó Vinogradov, y añadió que parecía que el Kremlin no estaba haciendo mucho por evitar que los rusos creyeran que había aprobado el asesinato de Prigozhin. Después de todo, si los miembros de la élite gobernante concluían que uno de los actores más poderosos del sistema de Putin había sido asesinado en contra de la voluntad del Kremlin, esto enviaría una terrible señal de que Putin estaba perdiendo el control.
Para algunas personas, el hecho de que Prigozhin sobreviviera dos meses después de protagonizar su rebelión fue más sorprendente que el desplome de su avión privado. En un discurso a la nación del 24 de junio, cuando las fuerzas de Prigozhin marchaban a Moscú y ya tenían el control de una ciudad de un millón de habitantes en el suroeste de Rusia, Putin lo acusó de “traición”.
Y la traición, había dicho Putin con anterioridad, es el único acto que no se puede perdonar. Así que cuando, al parecer, Putin llegaba a un acuerdo con Prigozhin que le permitía retirarse a salvo a Bielorrusia, algunos rusos lo consideraron una señal de que el presidente estaba perdiendo el control. Esta idea aumentó cuando aparecieron fotografías de Prigozhin reuniéndose con funcionarios africanos en paralelo a la cumbre de Putin con los líderes africanos en San Petersburgo en julio.
En una entrevista en Moscú, el jueves, Venediktov sostuvo que la muerte de Prigozhin (aún no confirmada en ese momento) había fortalecido el predominio de Putin en el sistema político ruso después del caos de la rebelión. Ahora, “Putin le ha demostrado a su élite”, continuó Venediktov, que “cualquier traición será descubierta”.
Los funcionarios estadounidenses están cada vez más seguros de que Prigozhin fue asesinado en el desplome del miércoles y que Putin ordenó su asesinato. Pero hablando de la dinámica del poder dentro de la élite gobernante rusa, tal vez sea irrelevante si Putin ordenó personalmente el ataque: lo que importa es que Prigozhin tuvo una muerte violenta después de que Putin lo condenó públicamente.
“Lo llamó traidor”, comentó Remchukov. “Y eso fue suficiente para que todos vieran que esta persona ya no era invencible”.
Cuando Putin rompió el silencio acerca del desplome del avión el jueves, unas 24 horas después de que este ocurriera, calificó a Prigozhin como un “hombre talentoso” con un “destino complicado”. Putin reveló que sus lazos personales con Prigozhin se remontaban a la década de 1990 y reconoció por primera vez que le había pedido personalmente que llevara a cabo algunos trabajos por él.
“Cometió algunos errores graves en la vida, pero también logró resultados necesarios, para él mismo y, cuando se lo pedí, para nuestra causa común”, afirmó Putin.
Pero lo que Putin no dijo en su breve elogio de Prigozhin fue que al volverse contra el presidente ruso después de décadas de devoto servicio, Prigozhin podría haber firmado su propia sentencia de muerte.
El aparente subtexto era que los soldados y comandantes de Prigozhin eran hombres leales dignos de respeto. Pero también insinuó la idea de que si el propio Prigozhin era un traidor (como había dicho Putin), entonces podría haber merecido su muerte.
Pero la muerte de Prigozhin también conlleva riesgos para el Kremlin. En Ucrania, el grupo Wagner era considerado una de las fuerzas de combate más eficaces y brutales de Rusia, que cobró muchas víctimas en la batalla de un mes de duración por la ciudad ucraniana de Bajmut.
En África, donde Prigozhin construyó un imperio de mercenarios para fortalecer a los autócratas leales a Moscú en países como Mali y la República Centroafricana, no está nada claro si Wagner podrá conservar su presencia. De acuerdo con las autoridades rusas, el alto comandante militar de Wagner, Dmitri Utkin, estaba en la lista de pasajeros junto con Prigozhin en el avión que se vino abajo.
Abbas Gallyamov, un exredactor de los discursos de Putin que ahora es un consultor político con residencia en Israel, comentó que lo más probable era que el Kremlin estuviera detrás del accidente aéreo y sostuvo que la peligrosa decisión de matar a Prigozhin para enviar un mensaje disuasorio revelaba el temor que tiene el presidente de perder poder.
“Para enviar esta señal, Putin decidió poner en riesgo muchos proyectos”, escribió Gallyamov en las redes sociales. “Esto es importante para entender cuáles son sus prioridades en este momento: conservar el poder, no la expansión en el exterior”.
Putin también ha dejado claro desde hace tiempo que considera que sus intereses personales son inseparables de los del Estado ruso. “Él cree que si algo es importante para mantenerlo en el poder, entonces todas las demás preocupaciones son secundarias”, dijo Grigorii Golosov, profesor de ciencias políticas en la Universidad Europea de San Petersburgo.
Es una filosofía que Vyacheslav Volodin, presidente de la Cámara Baja del Parlamento ruso, resumió de una manera simple a principios de este año: “Mientras exista Putin, existirá Rusia”.
Fuente: The New York Times
Anton Troianovski es el jefe de la corresponsalía de Moscú para The New York Times. Antes fue el jefe de la corresponsalía de The Washington Post en Moscú y pasó nueve años con The Wall Street Journal en Berlín y en Nueva York.
Valerie Hopkins es corresponsal internacional de The New York Times y cubre la guerra en Ucrania, así como Rusia y los países de la antigua Unión Soviética.