En el Foro de Madrid que el presidente Javier Milei inauguró este jueves en el renombrado Palacio Libertad (CCK), el presidente Javier Mieli, que ya exhibe claros síntomas de desequilibrio mental y emocional, cargó contra empresarios, legisladores, periodistas, intelectuales y científicos, artistas, sindicalistas y trabajadores sociales que brindan asistencia a los más necesitados. Los (nos) calificó de «ratas inmundas, fracasadas y liliputienses». También insultó al el presidente de Brasil, Luis Inácio «Lula» da Silva, al que llamó «tirano», e invocó al cielo que, según dijo, «los aplastará delante nuestro».
El Foro reúne a 40 panelistas de 15 países distintos con el objetivo de «recuperar los espacios de libertad arrebatados por la izquierda criminal y la no-izquierda en el mundo occidental» y, entre ellos, a un actor clave en la campaña presidencial de Donald Trump en Estados Unidos: The Heritage Foundation.
Este think-tank conservador se dedica a «promover políticas públicas basadas en los principios de libre empresa, gobierno limitado, libertad individual, valores tradicionales estadounidenses y una fuerte defensa nacional», según explica en su sitio web.
Si bien existe hace medio siglo e incluso algunas de sus propuestas fueron implementadas en la década del ’80 por el entonces presidente Ronald Reagan, The Heritage Foundation cobró relevancia en marzo de este año cuando los demócratas advirtieron sobre los riesgos de su Proyecto 2025, un plan de gobierno ultraconservador que Trump pondría en marcha en caso de ganar las elecciones de noviembre.
El delirante y mesiánico discurso del presidente Milei
Parado en un atril, con los lentes puestos y el discurso que iba a leer en sus manos, el mandatario cantó «Hola a todos…», al ritmo de Panic Show. El público estaba compuesto por españoles y argentinos que lo vitoreaban y reían. Las pantallas de los celulares comenzaron a iluminar algunas de las caras de los presentes que se disponían a filmar lo que sería una catarata sin límites de insultos, agravios y citas religiosas que el presidente argentino espetó en contra de todos los que no piensan como él.
Según el Presidente, la población que él gobierna se divide en dos: «los pagadores de impuestos y los consumidores de impuestos». La segunda categoría funciona para el mandatario como una especie de bolsa en la que mete a distintos sectores de la sociedad sin distinción y la vincula, como si aún estuviésemos en tiempos de la guerra fría, con «el socialismo». Allí también estarían para Milei los que forman parte del supuesto «partido del Estado». «Entre los consumidores de impuestos se encuentran, obviamente, las ratas del poder que en vez de ver la política como vocación de servicio, ven una caja a la que parasitar de por vida y un medio para enquistar a su familia en el Estado, como si fuera un título nobiliario», disparó.
Luego, añadió que «el partido del Estado no se agota en los políticos y en los contratistas», y enumeró: «También son los empresarios prebendarios; los periodistas y los medios de comunicación –que hoy son un servicio de propaganda en venta al mejor postor–; los sindicalistas que entregan a los trabajadores a cambio de prebendas; los gerentes de la pobreza que administran asistencia social de los más vulnerables».
Como si fuera poco, Milei sumó en ese listado a «los supuestos científicos e intelectuales, que creen que tener una titulación académica los vuelve seres superiores, y, por ende, todos debemos subsidiarles la vocación». Cuando empezó a hablar de los científicos se puso rabioso y no podía parar de agraviarlos: «Si tan útiles creen que son sus investigaciones, los invito a salir al mercado, como cualquier hijo del vecino, y que investiguen, publiquen un libro y vean si a la gente le interesa o no, en lugar de esconderse canallescamente detrás de la fuerza coactiva del Estado», gritaba.
Javier Milei – Caricatura Pablo Temes
El Presidente siguió despotricando contra otros sectores sociales: «También podemos hablar de los artistas amigos del régimen«, remarcó. «Reciben cuantiosas sumas de dinero para ir a dar recitales para 30 personas y sacarse fotos con el Intendente y el Gobernador». En ese momento citó a Juanse, el cantante de los Ratones Paranoicos. “No puede ser que vayas a dar un recital, a Caleta Olivia, con 50 personas y cobres como si estuvieras llenando el Madison Square Garden”, habría dicho.
Milei hizo una oda al «capitalismo de libre empresa», dijo que «durante 250 años, el capitalismo de libre mercado hizo milagros en el mundo generando una explosión de riqueza tan dramática, que sacó de la pobreza al 90% de la población», y que la Argentina estuvo a la cabeza de ese modelo «durante los primeros 125 años». El problema, según interpretó, fue que «en nombre de la justicia y la igualdad tuvimos un Estado omnipresente, controlador y opresivo que se arrogó el derecho de robarle a uno para darles a otros», y que «en estos últimos 123 años se castigó a los creadores de riqueza con impuestos impagables y se los condenó públicamente como villanos».
También hubo críticas a los legisladores a los que volvió a llamar «degenerados fiscales» y «ratas inmundas». «Cuanto más votos tiene un proyecto en el Congreso, peor es para la sociedad», dijo sin disimular su falta de republicanismo y disparó: «Los degenerados fiscales están dispuestos a quebrar al Estado y que 10 millones de argentinos más caigan en la pobreza y la miseria, con tal de sumar unos puntitos con discursos lindos en el recinto. Desde acá se les ven los colmillos».
El Jefe de Estado aprovechó la ocasión para disparar una frase que dejó a la vista su postura negacionista de la última dictadura cívico militar: «si Argentina hubiera hecho las cosas como un país mediocre deberían haber muerto por el COVID 30 mil personas. 30 mil de verdad», leyó.
El que tampoco se salvo de los insultos –en otro fragmento dijo que quienes lo criticaban eran «ratas inmundas, fracasadas y liliputienses»— fue el presidente de Brasil, Luis Inácio «Lula» da Silva.
Al mandatario del país que es el primer socio comercial de la Argentina lo describió como «un tirano que está equivocado en todo», y lo criticó por su pelea con X, cuyo dueño es el magnate Elon Musk, a quién Milei considera su amigo, y que está muy interesado en quedarse con el litio que hay en el norte de nuestro país.
Cuando se iba acercando el final, el discurso del Presidente se cargó de un fuerte moralismo y fue incorporando metáforas bélicas y citas religiosas. «No hay que abandonar nunca la batalla, hay que darla siempre desde el lugar en el que estamos, sin cuartel y aunque nos cueste la vida. Y hay que darla tirando con el mismo fuego que tiran ellos, no prendiendo velas, ni pidiendo perdón ni permiso», remarcó.
Todo se tornó más extraño cuando, lejos de la realidad argentina, comenzó a recitar las «Sagradas Escrituras». «Ellos nos atacan, llenos de insolencia y de impiedad para exterminarnos a nosotros, a nuestras mujeres y a nuestros hijos, y para apoderarse de nuestros despojos. Nosotros, en cambio, luchamos por nuestra vida y por nuestras costumbres; el cielo los aplastará delante nuestro, no les tengan miedo», leyó, como si fuera un pastor y no el Jefe de Estado, y vociferó: «¡No teman! nuestra fe es tan grande como el desafío. Estamos dispuestos a perder todo con tal de dar vuelta esta página siniestra de la historia».
Estamos en manos de un demente peligroso. Es imprescindible que se pongan en marcha los resortes institucionales que sostienen el sistema democrático.
Fuente: C5N – TN – NA – Página12 – Propias