21 noviembre, 2024 07:24
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Otra vez argentinos revolviendo en la basura para comer. Un país que indigna y entristece (por Enrique Gil Ibarra)

Por Enrique Gil Ibarra

Comedores populares que no están recibiendo ayuda alguna por parte del Estado, siguen funcionando a pulmón, por la iniciativa de sus integrantes, que a las seis de la mañana de los lunes van al Mercado Central a revolver los contenedores para recuperar las verduras y frutas que han sido desechadas. Una terrible postal que recuerda viejas épocas, y que es inadmisible y vergonzosa en la Argentina, un país en el que todos los políticos de todos los partidos se han jactado -con razón- de que «podemos alimentar a 500 millones de personas». Esos 150 argentinos comen lo que ha sido rescatado de los contenedores de basura del Mercado Central.

Comedor popular. Foto ilustrativa

Todas las noches, aproximadamente 150 personas acuden al comedor «Color Esperanza» de Villa Caraza, en Lanús, buscando un plato de comida. Las políticas sociales del gobierno de Javier Milei que deberían ser implementadas por el Ministerio de Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello, no existen.

Los chicos recibieron su plato de comida. Miran al fotógrafo. No entienden por qué ellos deben vivir así.

Desde el comedor «Color Esperanza» de Villa Caraza van todos los lunes a la madrugada a revisar la verdura que se tira y rescatar lo que todavía se puede consumir. Video: C5N

Intentando ponerle «al mal tiempo buena cara», una de las cocineras del comedor minimiza la vergüenza: «Venimos los lunes a las 6 de la mañana. Lo que encontramos acá es lo mismo que vos te podés comprar en la verdulería. Si ves el estado en que está, es lo mismo. Si no viniéramos acá a buscar comida en los contenedores habría muchas familias que no podrían tener un plato de comida caliente«, explica.

«La situación está mucho más difícil que hace unos meses. La crisis está en todos lados y esto de no abastecer los comedores también. Desde Nación nosotros no recibimos nada, tuvimos auditoría, pero nunca recibimos nada. Igualmente la idea es que le llegue a la gente. No vimos a nadie que haya recibido. Si la gente recibiera los alimentos, quizás nosotros no tendríamos que buscar en la basura para poder solventar las ollas«, agregó la mujer.

Otro hombre que revolvía entre la basura habló también con el periodista Hernán Nucera sobre lo importante que es para ellos poder rescatar comida en buen estado en los contenedores del Mercado Central: «A nosotros nos viene bien para la gente, para la comida, para el guiso. No pueden tirar esto, es una lástima, porque esto a la gente la alimenta y los chicos se van con la panza llena a la casa«.

«Si la gente recibiera los alimentos, quizás nosotros no tendríamos que buscar en la basura para poder solventar las ollas»

«Tenemos que hacerlo por el hambre que hay. Este presidente nos está arruinando. Hay días que nos vamos con una bolsa sola. A veces ponemos entre todos los compañeros de nuestro bolsillo para comprar lo que falta», agregó el hombre.

Es casi seguro que en otros países más pequeños, más áridos, con una geografía mucho menos generosa, esta indiferencia general de los políticos y la sociedad, esta situación vergonzosa y humillante que sufren miles de argentinos, sería considerada inaceptable por la mayoría de sus ciudadanos.

Pero en Argentina, un país bendecido con enormes territorios fértiles, rico en minerales, surcado por innumerables ríos y atravesado por todos los climas, que puede alimentar «a 500 millones de personas», se repite cada quince o veinte años esta realidad ultrajante para millones de compatriotas, sin que otros millones, privilegiados, reaccionen ante la injusticia y la deshonestidad de una dirigencia que ha demostrado, de manera reiterada, que lo único que le importa es alternarse en el gobierno para disfrutar de sus históricas prebendas y sinecuras.

Javier Milei, un presidente  con preocupantes síntomas de demencia, que insiste en que la Justicia Social es una «aberración» y que ha sido comisionado por «el cielo» para destruir el Estado

Pero es cierto también que en un país donde su principal dirigente –que se siente un Mesías enviado por las «fuerzas del cielo» para combatir a los «malignos comunistas» que existen sólo en su imaginación megalomaníaca y perturbada-, ha sido libremente votado por trece millones y medio de personas, no puede esperarse otra cosa que la estulticia, la ignorancia, la indiferencia y la crueldad. 

Y también, aunque suena espantoso decirlo, será cierto que esa ignorancia, esa crueldad, esa indiferencia, más pronto o más tarde será pagada, como siempre nos ha sucedido, con sangre.

Fuente: Infoargentina (Enrique Gil Ibarra) – C5N (video y reportaje)

 

 

 

 

 

 

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