El impresionante paisaje de la Quebrada de Cafayate, en la provincia de Salta
Se acerca la época en la que empezamos a pensar en las vacaciones. ¿La playa, la montaña? Y de pronto alguien recuerda: «hace años dijimos que queríamos conocer Salta. Debe ser por algo que le dicen ‘La Linda’ ¿vamos?» Y se nos cambia la óptica, y comenzamos a imaginar unas vacaciones distintas, con otras actividades, otros paisajes y, claro está, también otras comidas. En esta nota, los cinco restaurantes considerados los mejores de Salta, para disfrutarlos. Recuerde: Sólo se vive una vez.
La Carreta de Don Olegario
La Carreta de Don Olegario es un Restaurante ubicado justo frente a la Plaza 20 de Febrero, pertenece desde 1974, a la familia Oyarzún, originariamente a Francisco y luego de su retiro a su hijo Martín y no es sólo la historia de un restaurante, sino de toda una tradición y de una familia dedicada a lograr que su lugar sea la opción en Cafayate.
Su ambiente familiar y la decoración regional le aportan calidez y un estilo muy particular. En un rincón la chimenea encendida en invierno hace grato estar allí al abrigo del frío compartiendo exquisitos platos de comida nacional e internacional.

La Leñita
Restaurante típico argentino en parrilla y asador de carne argentina, cerdo y ternera, chorizos criollos y morcillas criollas, «Picadas» compuestas por una bandeja de diferentes platos medianos con pinchos variados, pollo en varias especialidades, dispones de bodega con diferentes vinos de crianza y reserva de la zona de Mendoza.
Ambiente agradable y relajado, en donde se puede degustar toda la comida típica como el Locro, Las Humitas y las Empanadas salteñas.
Calle Balcarce y Necochea – En el centro de la capital de Salta, a 300 metros de la antigua estación de ferrocarril.
Restaurante Cerro San Lorenzo
Este restaurante queda en la cima de un cerro bellísimo de Salta capital.
Sus comidas bien de la ciudad, típicas. Un lugar para maravillarse con el bello paisaje. Podrás conocer la quebrada de San Lorenzo y disfrutar de unas empanadas salteñas en uno de los restaurantes mas bonitos de la zona.
En plena quebrada de San Lorenzo, a 12 km de la ciudad.
La Casona del Molino
Todos en Salta la conocen como La Casona. Y no hay necesidad de darle la dirección al taxista. Quién te avisará que aún no es hora de ir a la Casona. Y el taxista no se equivoca. Porque cuando llego a la Casona del Molino, a la medianoche, soy el único cliente. Para verlo sin clientes, el lugar no inspira mucho. Antiguo molino de cereales, más tarde oficina de correos y más tarde posada destinada a los viajeros de paso, el edificio del siglo XVII se compone de una serie de estancias y salitas, un patio interior semiabierto y una gran barra de bar en la entrada.
El cantinero hojea un periódico aburrido y solo me saluda con un vago «hola». Tengo la impresión de que el local está cerrado o que no es la noche adecuada o que el dato que me dio Rodrigo, el vendedor de instrumentos musicales, es una broma de mal gusto. Pero tengo hambre, es tarde y no sé a dónde ir. Es 1 de mayo y en Salta casi todo está cerrado. Luego, a cuentagotas, empiezan a llegar los primeros clientes. Muchos de ellos llevan un instrumento con ellos. Guitarras y guitarritas, charango con cajas armónicas hechas con armadillos, cuatros, maracas, tambores, panderetas, violines, bongos y cabasas.
Los clientes y los músicos se sientan alrededor de las mesas, piden parrilla, empanadas, una copa de vino y comienzan a afinar los instrumentos. En pocos minutos el local se transforma en un lugar mágico donde el humo de las parrilladas se mezcla con las voces de los cantantes, las risas y aplausos de los comensales. Un señor que hace todo por parecerse a Rafael Alberti salta sobre una mesa y recita un poema. Un violinista acompaña los versos con pequeños solos discretos. Luego es el turno del charango y los coros transversales que recorren de una sala a otra.
Entre la una y las dos de la mañana, el lugar se llena. Ya no hay mesa libre y sin embargo los clientes siguen entrando y acomodándose aquí y allá esperando que se desocupe una silla en algún lugar. La mayoría de los que frecuentan el lugar se conocen y se abrazan fuerte, fuerte, fuerte. Los hombres a los besos añaden grandes palmadas en la espalda. Un cartel se encuentra encima de la barra. Nos dice que la gerencia se disculpa por tener que detener la distribución de bebidas alcohólicas a las cuatro de la mañana. (Texto y fotos: Chiara Basso)
El Viejo Jack
El Viejo Jack, en plena ciudad de Salta. Foto: Cati Clerici
El bife de chorizo a mejor relación calidad-precio que hemos comido en toda Argentina. En Buenos Aires también están buenos pero son mucho más caros desde luego. Las papas fritas también están excelentes. Personal simpático y servicio rápido.
Estuvimos en pleno verano argentino (principios de enero) y descubrimos lo que consideramos su único punto flojo: no hay aire acondicionado, sólo ventiladores. Os podemos asegurar que hace un calor terrible en Salta en verano… se hace un poco duro, pero la carne lo merece.
Dirección: Avenida Toledo, Salta
Fuente: https://www.minube.com.ar/