Por Liliana Franco
La inflación general en la región ha estado disminuyendo y se prevé que se sitúe en 5% en 2023, frente al 7,8% registrado en 2022, pero excluyendo a la Argentina y Venezuela. Así lo señaló el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe Perspectivas económicas para las Américas, dado a conocer este viernes en Marrakech (Marruecos). El organismo prevé una caída de 2,5% el PIB de la Argentina y advierte que es “crítica” la implementación del programa acordado con el Fondo.
A partir de estas consideraciones, el FMI afirma que “Una fuerte implementación y apropiación del programa respaldado por el FMI será crítica para salvaguardar la estabilidad y abordar los desequilibrios macroeconómicos persistentes”.
Con todo, del análisis de las proyecciones del organismo se desprende la perspectiva de una progresiva mejora en las cuentas del país. Se estima que la inflación se reduciría a 69,5% a fines de 2024.
Con relación a las cuentas públicas, se proyecta que el gasto primario del gobierno se reduzca de 39,6% del PIB en 2020 a 35,4% en el año en curso y a 35,1% el próximo. Esto en un contexto de reducción del déficit primario que pasaría de 1,8% del PIB en 2022 a 1,6% en el corriente año y 0,5% el venidero. También contempla una reducción de la deuda bruta del gobierno que pasaría de representar 89,5% del PIB en 2023 a 79,9% en 2024.
El informe también hace referencia a las oportunidades que tiene el país, y en general la región, a partir de la disposición de materias primas. Así señala que las vastas reservas de minerales críticos para la transición energética disponibles en el área representan una oportunidad para impulsar el comercio y la producción.
Se espera que la creciente demanda global de estos minerales beneficie a los países sudamericanos con grandes reservas, incluidos Chile, Perú, Brasil, México y Argentina.
Debilitamiento
“América Latina ha enfrentado exitosamente los recientes shocks mundiales y tuvo un sólido desempeño en 2022 y a comienzos de 2023, aunque el crecimiento se está debilitando” sostuvo Rodrigo Valdés, Director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI.
Explicó que “La desaceleración es el resultado de las políticas más restrictivas adoptadas para contener la inflación y el deterioro del entorno externo, reflejado entre otros aspectos en el crecimiento más lento en los socios comerciales, condiciones de financiamiento externo menos favorables y precios más bajos de las materias primas”.
Excluyendo a la Argentina y Venezuela, el organismo prevé una tendencia a la baja en la inflación. Tras situarse en 7,8% en 2022, se espera que la inflación general en la región descienda a 5% en 2023 y 3,6% el año próximo, debido al debilitamiento de la demanda externa e interna, el alivio de las restricciones de la oferta mundial y los efectos rezagados de la apreciación de las monedas en algunos países.
Se advierte que los riesgos para las perspectivas económicas de la región “permanecen sesgados hacia la baja”. Las amenazas externas incluyen un menor crecimiento en los principales socios comerciales, volatilidad de los precios de las materias primas, nuevos shocks inflacionarios, una reaparición de la turbulencia en los mercados financieros mundiales y una intensificación de las tensiones geopolíticas.
A nivel regional, los principales riesgos están relacionados con un posible resurgimiento de las presiones inflacionarias y tensiones sociales acentuadas.
El Fondo evalúa que los shocks relacionados con el clima suponen importantes retos a corto y mediano plazo, en especial para la subregión de América Central, Panamá y la República Dominicana, y para el Caribe, sobre todo por su impacto en la emigración.
Anticipa que la región también debe prepararse para el impacto de El Niño, ya que este fenómeno climático podría incidir negativamente en la actividad económica, generando inundaciones, en Ecuador y el norte de Perú, y sequías en Colombia, América Central y el sur de Perú. “Afortunadamente, a países como Argentina, Paraguay y Uruguay les puede beneficiar un aumento muy necesario de las precipitaciones”.
Las perspectivas de crecimiento de mediano plazo para América Latina siguen siendo “moderadas”. Se proyecta que a escala mundial las economías emergentes y en desarrollo registren un crecimiento de 4,4% en promedio, mientras que se prevé que el PIB de la región se expanda anualmente alrededor de 2,5%, en línea con su promedio histórico antes de la pandemia.
El Fondo señala que “para promover el crecimiento sostenible e inclusivo es necesario abordar problemas estructurales de larga data, adaptarse a los nuevos desafíos y reforzar la cohesión social”.
En este sentido, Valdés destacó las siguientes prioridades:
- “Abordar los problemas de larga duración requiere encontrar soluciones a la baja productividad, los bajos niveles de inversión y las rigideces del mercado laboral. Promover el comercio, incluso dentro de la región, también puede generar importantes oportunidades de crecimiento”.
- “Para fomentar el crecimiento sostenible también será necesario adaptarse al cambiante panorama mundial. La transición energética presenta una oportunidad para los países de la región con abundantes recursos minerales, pero se precisarán marcos adecuados de inversión para atraer el capital necesario. Entre tanto, la adopción de nuevas tecnologías digitales exige que se redoblen los esfuerzos para mejorar la calidad de la educación”.
- “A pesar de los avances logrados en décadas pasadas, la pobreza y la desigualdad siguen siendo altas en la región. Reforzar la cohesión social debe ser un aspecto central de todo programa de políticas y de reformas, y en tal sentido será necesario reforzar los mecanismos de protección social y afrontar el problema de la inseguridad”.
Fuente: Ambito