Terminaron casi 50 años de disputas sobre la propiedad de una pequeña isla ártica deshabitada. Dinamarca y Canadá llegaron a un acuerdo. Desde 1971, los países han estado «luchando» en las «guerras del whisky» para resolver reclamos sobre la isla Hans.
El islote se encuentra junto a Groenlandia, un territorio autónomo dentro de Dinamarca. Por ello, corresponde a Copenhague gestionar determinadas políticas, como la de exterior y de seguridad.
Algunos ven el acuerdo como una señal de que los Estados árticos de la OTAN se están acercando después de que el aislamiento de Rusia por su invasión a Ucrania desatara preocupaciones de seguridad tras décadas de calma en la región.
«Realmente es una señal para las otras partes con intereses allá arriba de que esta es la manera de hacerlo», dijo a Reuters Soren Norby, historiador militar del Colegio Real de Defensa de Dinamarca.
La isla lleva el nombre del explorador groenlandés Hans Hendrik, quien participó en la primera expedición a la isla en 1853. Se llama Tartupaluk en groenlandés, que se traduce como «en forma de riñón».
La Guerra del whisky
La guerra con las botellas de whisky de por medio comenzó después de que los países se reunieran para resolver disputas fronterizas en el estrecho de Nares, un canal de agua fría de 35 kilómetros de ancho que separa Canadá y Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca.
Acordaron crear una frontera a través del estrecho en 1973, pero mientras negociaban, surgieron reclamos contrapuestos sobre la pequeña isla. Tanto Canadá como Groenlandia se encuentran a 18 kilómetros de la isla Hans, lo que les permite reclamar la roca según el derecho internacional. Al final decidieron resolver la disputa en una fecha posterior.
Sin embargo, Canadá hizo una apuesta audaz por la propiedad en 1984, cuando desembarcó tropas en la roca. Rápidamente plantaron su bandera de hoja de arce y enterraron una botella de whisky canadiense, antes de regresar a casa.
El ministro danés de Asuntos Exteriores de Groenlandia no podía permitir que tal provocación se mantuviera. Semanas más tarde partió hacia Hans, donde reemplazó el «ofensivo» simbolismo canadiense con una bandera danesa y una botella del mejor licor de Copenhague. Pero fue un paso más allá que los canadienses y dejó una nota que decía: «Bienvenido a la isla danesa».
Y así comenzó la «guerra del whisky».
Durante los siguientes 49 años, decenas de canadienses y daneses participaron en el ritual y los visitantes de la isla describen un mar de banderas, notas (y botellas) dejadas en el lugar.
Finalmente, en 2018, los países decidieron establecer un grupo de trabajo conjunto para resolver la disputa, poniendo fin a su política de décadas de estar «de acuerdo en el desacuerdo».
El pacto se firmará una vez que ambos países concedan la aprobación parlamentaria y hará que la isla se divida a lo largo de una hendidura natural en el afloramiento rocoso, según un acuerdo publicado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Dinamarca este martes.
Una vez firmado, Canadá y Dinamarca habrán establecido la frontera marítima más larga del mundo con 3.882 kilómetros. Se desconoce qué harán ambos países con los centenares de botellas de whisky dejadas en la pequeña isla. ¿Tal vez un gigantesco brindis binacional?
Fuente: BBCMundo