9 mayo, 2025 06:08
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Desclasificado: La reunión privada entre Henry Kissinger y Augusto Pinochet en Chile

Pinochet recibe a Kissinger en su oficina, en una fotografía con fecha del 8 de junio de 1976, en Santiago de Chile. BETTMANN (GETTY IMAGES)

El Archivo de Seguridad Nacional de EE UU publica una selección de documentos desclasificados que revelan “el lado más oscuro” del poderoso exsecretario de Estado con motivo de su centenario

Henry Alfred Kissinger cumple este sábado 100 años. Con motivo de su natalicio, el Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos ha publicado una selección de documentos desclasificados que revelan “el lado más oscuro” del poderoso exsecretario de Estado estadounidense (1970-1977) durante las administraciones de los republicanos Richard Nixon y Gerald Ford. Uno de los temas en los que pone especial énfasis el registro histórico es el papel que desempeñó Kissinger en el derrocamiento del Gobierno socialista de Salvador Allende y el apoyo para consolidar la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile (1973-1990). En la transcripción de una reunión privada sostenida en Santiago en 1976, el estadounidense, cuyos asesores le habían recomendado mostrarse crítico ante el dictador por las violaciones a los derechos humanos, le dio un espaldarazo: “Queremos ayudarlo, no perjudicarlo”.

“Simpatizamos con lo que están intentando hacer aquí”, afirma Kissinger en representación del Gobierno de Nixon. “Hizo un gran servicio a Occidente al derrocar a Allende”. Y añade su visión personal: “Mi evaluación es que usted es víctima de todos los grupos de izquierda del mundo y que su mayor pecado fue derrocar a un Gobierno que se estaba volviendo comunista”. El encuentro en Santiago se produce cuando se estaba celebrando la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la capital chilena. El secretario de Estado le comenta a Pinochet que retrasó su discurso de aquel día ante para advertirle con anticipación que en su intervención se referirá, brevemente, al informe elaborado por la Comisión de Derechos Humanos del organismo multilateral sobre la situación en el país sudamericano. Kissinger se excusa en que lo hará para evitar que el Congreso estadounidense, donde hay “problemas” por el tema de derechos humanos, apruebe sanciones en contra de Chile. “Quería que entendiera mi posición. Queremos tratar con persuasión moral, no con sanciones legales”, añade ante Pinochet.

Una página de la transcripción de la reunión privada entre Kissinger y Pinochet.
Una página de la transcripción de la reunión privada entre Kissinger y Pinochet. ARCHIVO DE SEGURIDAD NACIONAL EEUU

Durante la conversación, Kissinger le insiste al dictador que sería “de gran ayuda” si anuncia las medidas que están adoptando en materia de derechos humanos. Lo primero que responde Pinochet es que el país está “volviendo a la institucionalización paso a paso”. “Pero constantemente estamos siendo atacados por los democristianos. Tienen una voz fuerte en Washington. No la gente en el Pentágono, pero llegan al Congreso. [El diplomático Juan] Gabriel Valdés tiene acceso. También [el excanciller de Allende, Orlando] Letelier”, sostiene. Letelier fue asesinado en septiembre de ese año en Washington en un atentado con una bomba adosada a su coche. Las autoridades estadounidenses tardaron años en reconocer que Pinochet ordenó su muerte, el primer acto terrorista patrocinado por un Gobierno extranjero en la capital del poder.

En el encuentro en la capital chilena, Kissinger le comunica al dictador que los anuncios en materia de derechos humanos que podrían “usar” a nivel político son las garantías constitucionales, el número exacto de prisioneros y el derecho de habeas corpus (derecho a ser conducidos inmediatamente a presencia del juez). Le aconseja informarlas como un paquete de acciones para que tenga un “mejor impacto sicológico”. Para calmar las aprehensiones de Pinochet sobre los democristianos, el secretario de Estado sostiene que no los están utilizando y que no ha visto a uno en Washington desde 1969. “Quiero ver que nuestras relaciones y amistad mejoren. Alenté a que la OEA tuviese aquí (en Santiago) su Asamblea General. Sabía que eso le añadiría prestigio a Chile. Vine por eso”, continuó.

Peter Kornbluh, analista senior encargado del país sudamericano en la organización Archivo de Seguridad Nacional, con sede en Washington, asegura que “Chile es el talón de Aquiles de Kissinger”, según explica por teléfono desde Vancouver. “Todos hablan del legado de Kissinger por su centenario. Las transcripciones de estas grabaciones son su legado, la verdadera evidencia del lado oscuro de su impacto en el mundo. Estos documentos nos lo recuerdan. Son como haber tenido una mosca posada en la pared escuchando lo que se hablaba en su oficina”, sostiene Kornbluth, que ha analizado los documentos desclasificados por EE UU tras la detención en Londres de Pinochet en 1998.

Kornbluh publicará a finales de junio el libro Pinochet, desclasificado (Catalonia), en el que desmenuza el papel de Kissinger en la dictadura chilena y promete “numerosas revelaciones”. “Este es uno de los hombres más poderosos vivos cuya reputación está manchada de sangre desde Chile hasta Camboya”, plantea.

El Archivo de Seguridad Nacional cuenta con más de 30.000 páginas de transcripciones de las conversaciones telefónicas de Kissinger, muchas de las cuales grabó en secreto. El registro histórico desclasificado no deja dudas que fue el “principal arquitecto de los esfuerzos estadounidenses para desestabilizar” el Gobierno de Allende, postula la ONG que investiga y disemina los documentos. En las semanas previas a la toma de posesión de Allende en 1970, registros de la CIA revelan que Kissinger supervisó operaciones encubiertas para fomentar un golpe militar que condujo directamente al asesinato del comandante en jefe del Ejército de Chile, el general René Schneider. Uno de los documentos revela que el 15 de septiembre Kissinger sostiene una reunión en la Casa Blanca con el presidente Nixon y el director de la CIA, Richard Helms, sobre Chile. Las notas del director de la CIA registran las órdenes de Nixon de “hacer gritar a la economía” y evitar que Allende asumiera como presidente.

Una vez que el médico socialista llegó al poder, Kissinger autorizó una intervención clandestina para “intensificar los problemas de Allende” y así (lograr que) fracasara en su objetivo o creara las condiciones para que el derrocamiento pudiera ser factible, según las transcripciones de una reunión con el Consejo de Seguridad tres días después de que Allende asumiera la presidencia.

Richard Nixon: “Si hay una forma de desbancar a Allende, mejor hazlo”

Introducción de uno de los documentos desclasificados del Consejo Nacional de Seguridad de EE UU con un perfil del expresidente chileno Salvador Allende.
Introducción de uno de los documentos desclasificados del Consejo Nacional de Seguridad de EE UU con un perfil del expresidente chileno Salvador Allende. NSA ARCHIVE

Durante décadas, Estados Unidos explicó que su intención no fue desestabilizar a la Unidad Popular de Allende, sino que ­intervino en el país sudamericano para mantener a los partidos opositores con miras a una elección que se celebraría en 1976. En definitiva, para “preservar” la democracia y sus instituciones. El propio Henry Kissinger, asesor de Seguridad Nacional, aseguró que su país no tenía conocimiento del golpe de Estado de 1973 que terminó con los 1.000 días de la vía chilena al socialismo y la muerte del presidente. También sostuvo Kissinger que Estados Unidos no tenía relación con quienes impulsaron el golpe desde el frente interno. Los últimos papeles sobre ese episodio, difundidos ahora por la ONG que investiga y disemina los documentos sobre Chile desclasificados por Estados Unidos, evidencian, sin embargo, una agresiva estrategia de hostilidad y presión.

“Estos documentos registran el propósito deliberado de los funcionarios estadounidenses de socavar la capacidad de gobernar de Allende y derribarlo para que no pudiera establecer un modelo exitoso y atractivo de cambio estructural que otros países podrían emular”, explica Peter Kornbluh, analista senior encargado de Chile en la organización Archivo de Seguridad Nacional, con sede en Washington, que ha analizado los documentos desclasificados por Estados Unidos tras la detención en Londres de Augusto Pinochet en 1998. “Es una historia de un país pionero, Chile, y de un poderoso imperio que quería controlar los países, sus instituciones y las vidas de sus ciudadanos, pero no en el nombre de la democracia, sino de una dictadura militar y su represión. En nuestro mundo actual, en plena crisis, debemos estar vigilantes a esa historia trágica”, dice este experto.

Kornbluh se refiere a uno de los principales temores del Gobierno de Nixon y, en especial, de Kissinger: que el camino del socialismo a la chilena –alcanzado por la vía democrática– expandiera su influencia no solo en América Latina, sino en otras regiones del planeta. “Creo firmemente que esta línea es importante con respecto a su efecto en la gente del mundo”, le dijo Nixon a Kissinger en una conversación telefónica en noviembre de 1970, de acuerdo a los papeles que ha publicado por primera vez el Archivo de Seguridad Nacional. “Si [Allende] puede demostrar que puede establecer una política marxista antiamericana, otros harán lo mismo”, expresó el presidente estadounidense. Kissinger estuvo de acuerdo: “Tendrá efecto incluso en Europa. No solo en América Latina”.

Tras la detención de Pinochet, el Gobierno estadounidense, entonces presidido por Bill Clinton, empezó a desclasificar documentos hasta entonces desconocidos relativos al golpe militar que acabó con Allende. La organización Archivo de Seguridad Nacional ha divulgando sus hallazgos de manera intermitente desde entonces.

Los documentos divulgados ahora muestran que el asesor nacional de Seguridad influyó de manera decisiva en la política que el Gobierno estadounidense desplegó hacia Chile, que incluyó un frustrado intento de Golpe de Estado para impedir que Allende asumiera la presidencia que había ganado democráticamente. El 5 de noviembre de 1970 se iba a llevar a cabo en la Casa Blanca una reunión formal del Consejo de Seguridad Nacional para abordar la política hacia Chile. Pero Kissinger se las arregló para retrasar la cita 24 horas y, de esa forma, lograr reunirse a solas con el presidente para que desistiera de adoptar una política amable hacia la Administración de Allende, que acababa de arrancar en Sudamérica. “Es esencial que deje muy claro cuál es su posición sobre este tema”, le dijo Kisssinger al presidente. No todos los funcionarios estadounidenses estaban de acuerdo con una estrategia hostil.

El Departamento de Estado temía que hubiese un escándalo internacional si los esfuerzos para derrocar a Allende quedaban en evidencia y abogó, por lo tanto, por una política prudente de coexistencia. Fue la llamada estrategia modus vivendi: apoyar a los partidos de la oposición chilena –de centro y de derecha– para ayudarles de cara a las elecciones de 1976. La Oficina de Asuntos Interamericanos, en tanto, sostenía que si Washington violaba su “respeto por el resultado de las elecciones democráticas”, reduciría su credibilidad mundial “aumentando el nacionalismo” contra Estados Unidos. “Será utilizado por el Gobierno de Allende para consolidar su posición con el pueblo chileno y ganar influencia en el resto del hemisferio”, explicó la oficina en un documento.

 

Fuente: El País

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