Según Jason Marczak, del Centro Adrienne Arsht para América Latina, citado por la agencia AFP, “la elección de Petro refleja la frustración de la gente con la clase política (…) y la preocupación con que la democracia no está atendiendo las necesidades más básicas de la gente”.
Para otros analistas y activistas, como Gloria Álvarez, el crecimiento de la izquierda es producto de una derecha “anacrónica y mercantilista”, cuyas propuestas ya no atraen al electorado en la región.
Politólogos internacionales ven con buenos ojos la llegada de la izquierda a Colombia y consideran que llevará adelante un gobierno alejado de los preceptos radicales del llamado socialismo del siglo XXI. Sin embargo, una posición totalmente opuesta la expresa el analista boliviano José Rafael Vilar, quien dice “no tener ninguna duda” de que Petro “apostará a un gobierno de izquierda dura, cercano a lo que fue el chavismo y, con sus bemoles, es el madurismo”.
“La posición de Petro, en lo interno, ha sido de gran ‘comprensión’ con los integrantes de la Primera Línea (la fuerza de choque que no actuaban en la misma motivación que el resto de la sociedad civil en huelga sino promoviendo el enfrentamiento y el caos en las protestas de 2019), urgidas de corrección, la solución va por el enfrentamiento y no por el entendimiento”, explica.
En lo externo, Vilar dice que Petro reforzará la incidencia del Grupo de Puebla y dará el alivio internacional más importante al gobierno de Maduro dentro de la región. “Con la guerrilla del ELN –por ende: con las disidencias de las FARC– con mucha probabilidad llegará a un rápido acuerdo”.
En materia de economía, según Vilar, dejará de dar al petróleo una preeminencia en sus decisiones.
“Eliminando el fracking y ‘soberanizando’ las inversiones, beneficiará a Venezuela y será urgido de ingresos, sobre todo porque sus aliados ideológicos están en mala situación (Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Argentina) o están camino de estarlo (Chile). Eso deja pocas opciones de potenciar la economía lícita, peor con las recetas populistas”, estima.
Un nuevo tipo de izquierda
El politólogo Diego Raus, de Argentina, considera que hay un nuevo tipo de izquierda en América Latina que es muy sensible a otros aspectos más sociales y culturales, como el género, el medioambiente, la diversidad sexual, el tema étnico, más que a las consignas tradicionales de la izquierda, sobre todo en el tema económico.
“La inserción de América Latina en la economía global, la crisis que se viene producto del conflicto Ucrania-Rusia, quita mucho margen de maniobra a las izquierdas en los temas económicos; dependemos de inversiones externas y de internas que a su vez están atadas a capitales externos, a los flujos financieros, la deuda, etc. Entonces, el margen de maniobra para hacer una política de izquierda más tradicional es escaso”, explica.
Añade: “No hay que olvidar que Petro ha ganado con el 50% de los votos, es decir que hay otro 50% que votó a este candidato inesperado, que menos mal que no ganó porque parecía ser un peligro, pero que es el voto a la derecha liberal tradicional en Colombia”.
En su criterio, esa división, que se va a notar en el Congreso, le quitará margen de maniobra a Petro. “Eso lo llevará a hacer un gobierno, no sé si moderado, pero tendrá que ser muy cuidadoso en los pasos que dará, porque la derecha colombiana es muy complicada y va estar muy atenta a tirar el zarpazo, la crítica y la oposición, así que creo será un gobierno enfocado en los temas que mencioné, conservando la legitimidad que tiene a partir de la elección”.
Pero aún no quedan claras las acciones que tomará en materia económica, porque, dice Raus, uno de los grandes problemas de Colombia, como en Chile, es la terrible y regresiva distribución de la riqueza.
Para Manfredo Marroquín, analista político guatemalteco, que fue observador internacional en las elecciones colombianas, Petro hará un tipo de izquierda que se puede definir como “posbolivariana”, es decir una izquierda que ha aprendido y revisado los errores de esa etapa que se denominó la revolución del siglo XXI.
“Hay rezagos de esa izquierda en Venezuela y Nicaragua, pero creo que ésta es una izquierda con nuevos planteamientos, no de choque con el sistema económico, sino lo que se busca es ampliar mercados, incorporar e incluir en los mercados a la gente que ha estado excluida, pequeños empresarios, gente sin acceso al crédito. Es decir, dar más participación a la gente en los mercados”, anticipa.
Las implicancias para la región
Para Diego Raus, el triunfo de Petro en Colombia es ”muy positivo”, no tanto por la clásica revancha derecha-izquierda, sino porque hay una izquierda que está leyendo la realidad del mundo y de la región de otra manera.
La izquierda, ajustada en su capacidad de maniobra en temas económicos, apunta a otras cuestiones que son importantes para los electorados y sobre todo para la generación de jóvenes, que son los que más apoyan a estas izquierdas, porque son temas sensibles con los que socializan, el tema del género, medio ambiente y diversidad sexual, estima.
Por ello, sostiene que estos nuevos liderazgos están renovando a la izquierda en la región. “Las experiencias de Petro y de Boric en Chile van a ser un vector para la nueva izquierda latinoamericana. Pero hay que ver cómo les va en sus gobiernos. Tienen y van a tener oposiciones muy fuertes a partir de estos nuevos programas de izquierda”, dice.
Y según el guatemalteco Manfredo Marroquín, “es muy simbólico y representativo el triunfo de la izquierda en Colombia, sobre todo porque fue un país gobernado durante siglos por fuerzas de derecha y su triunfo se dio en medio de una campaña de terror y miedo muy fuerte”, pero la población “decidió su voto independientemente de esas campañas de odio”.
“Petro tiene un gran reto: ojalá pueda responder al programa y las ofertas que hicieron, que básicamente se trata de un programa de inclusión social, de respeto y cuidado al medioambiente; eso es muy importante porque es la bandera principal de su propuesta y todos los temas que tienen que ver con los rezagos del conflicto armado interno y los acuerdos de paz, su cumplimiento, eso que llaman la justicia reparativa, transicional, ésa es otra de las grandes apuestas del Gobierno. Es un plan que de ninguna manera se puede interpretar como radical de izquierda, sino un gobierno reformista más de corte socialdemócrata”, explica.
En esta temática, Vilar tiene también otra mirada. Sostiene que será muy difícil para el futuro gobierno de Petro no cumplir los compromisos, que para avanzar ha tenido con fuerzas externas e internas, al margen de que su vocación vaya en el sentido de cumplirlas y potenciarlas.
“Con certeza, un realineamiento de izquierda radical en Colombia tendrá consecuencias internas en los países que no estén alineados con su discurso y podrá debilitar la relación con EEUU principalmente, sobre todo en los temas de sus principales (y casi únicos) intereses con Latinoamérica: el narcotráfico y la inmigración, y también con la Unión Europea”, analiza.
Y agrega que “quizás desemboque en un choque de trenes con el autoproclamado líder de la izquierda latinoamericana (López Obrador) porque los liderazgos políticos no son múltiples (aunque Chávez con Castro lo fue por un efecto de discipulado), sólo en el mito de la Hidra de Lerna. Stalin y Putin pueden dar cátedra de ello”.
La relación Colombia-Venezuela
Las relaciones entre Colombia y Venezuela, interrumpidas durante el gobierno de Iván Duque, están marcadas por los problemas migratorios. Se estima que unos 2.000 venezolanos cruzan a diario la frontera para ingresar a Colombia y habría unos 2,2 millones de ciudadanos que huyeron del régimen de Maduro.
Esta semana, Petro se comunicó con Maduro para “ restablecer la normalidad en las fronteras”.
Según un reporte de AFP, la frontera colombo-venezolana, que fue la más activa de América Latina, cerró en 2019 tras la ruptura de relaciones, aunque desde 2015 el paso vehicular ya estaba restringido. Desde entonces, el uso de las llamadas “trochas”, pasos clandestinos en la porosa frontera de más de 2.200 km, proliferó entre los pobladores de ambos países.
La zona limítrofe ha sido además escenario de múltiples ataques de grupos armados irregulares contra la fuerza pública colombiana y venezolana, y de un atentado con ráfagas de fusil contra un helicóptero en el que viajaba Duque, en junio de 2021
Diego Raus dice que esa frontera será “terrible” para el gobierno de Petro porque tiene que ver con esa conjunción que se armó a partir de la desmovilización de los grupos armados y la resaca que quedó con los movimientos armados libres, sin consignas, que quedaron como ejércitos casi mercenarios y que se articularon al narcotráfico. “Dominan gran parte del territorio en Colombia, sobre todo en la frontera con Venezuela. Hay un tema de territorios y de organizaciones armadas que se alquilan al narcotráfico, que es el que provee el dinero”, dice.
Por otra parte están también en Colombia los paramilitares que con gobiernos de derecha o el urbinismo estaban contenidos: “Hay que ver cómo reaccionan ahora, porque uno puede ver que la política de Petro va a tratar de frenar a esos grupos. El tema Colombia-Venezuela será muy álgido”, anticipa.
Y, según estima Manfredo Marroquín, “definitivamente habrá un cambio radical, seguramente van a restablecer relaciones con el gobierno de Maduro, lo que significa un cambio porque recordemos que el Gobierno de Colombia mantenía relaciones con Guaidó, pero es evidente que la puesta de Petro es un diálogo más abierto con Venezuela y por esa vía diplomática resolver temas bilaterales muy problemáticos, como la migración y la seguridad fronteriza”.
Y para José Vilar esta difícil relación “significará el alivio más importante al gobierno de Maduro dentro de la región, a la vez que una situación crítica para todos los emigrados venezolanos en Colombia. Otra consecuencia será el entierro definitivo del Grupo de Lima, aunque a ello han contribuido mucho las acciones de la propia oposición venezolana”.
Rodrigo Espinoza, analista político de la Universidad Diego Portales de Chile, citado por AFP, dice que “la izquierda actual mira más al futuro, no solamente en la superación de la pandemia y la crisis, sino también con una agenda medioambiental importante”. Además coincide en señalar que esta izquierda que ejercerá Petro es distinta de aquella que se instaló en América Latina a partir del triunfo de Hugo Chávez en 1998, Lula da Silva (2002) y Michelle Bachelet (2006) en Chile.