Con escaso margen para realizar correcciones de fondo, el Gobierno cuenta cada vez con menos tiempo para convencer a los mercados de estar dispuesto a reducir el déficit fiscal en serio, antes que ceder a una depreciación del peso de alto calibre, que pueda disparar una hiperinflación.

Uno de los flancos más débiles es el retraso cambiario, que se agudizó en julio a partir de una suba de los dólares financieros que ya ronda los 100 pesos. Ante ese escenario, el FMI podría aconsejar una devaluación para convalidar lo que el mercado ya parece haber convalidado de hecho. Es que no sólo el dólar blue está en zona de 340 pesos, sino las cotizaciones financieras (MEP y CCL) utilizadas por las empresas y fondos de inversión para salir de los bonos de la deuda y dolarizar carteras.
«Es un sacrificio sin sentido», sostienen quienes consideran que una depreciación del peso tendería a estabilizar el frente financiero y a inducir a los productores agropecuarios a vender la soja que todavía está almacenada en silo bolsas.