El índice de Gini o coeficiente de Gini es una medida económica que sirve para calcular la desigualdad de ingresos que existe entre los ciudadanos de un territorio, normalmente de un país. Su valor se encuentra entre cero y uno, donde cero representa la máxima igualdad (todos los ciudadanos tienen los mismos ingresos) y uno representa la máxima desigualdad (todos los ingresos los tiene un solo ciudadano). En otras palabras, el índice de Gini cuantifica cuánto de igualitario o desigual es el reparto de ingresos en una población.
Para calcular el índice de Gini, se utilizan las proporciones acumuladas de población y de ingresos.
EVOLUCIÓN DEL COEFICIENTE DE GINI 2003 – 2024
Tras doce años de proyecto popular democrático los tres gobiernos peronistas desplegados entre los años 2003 y 2015 fueron muy exitosos no solo en crecimiento económico y atraer inversiones, sino en incluir socialmente a millones de argentinos que habían sido sumergidos en la pobreza y el desempleo.
La inclusión entre el 200 3 y el 2015 fue tan contundente que cuando culmina su gestión CFK deja un GINI de 0,427; un descenso notable en los niveles de concentración del ingreso como se ve en el gráfico.
Reiniciado el ciclo neoliberal con el macriato la desigualdad vuelve a crecer hasta ubicarse en 0,450 nivel que no desciende al final de la gestión del FdT.
Pues bien, en solo seis meses logra Milei marcar el peor registro de desigualdad medida por GINI en 16 años; 0,4627.
Peor aún, la proyección muestra que se obtendrá igual nivel a los de la crisis del año 2001 en el primer trimestre de 2025.
Llevar la desigualdad en solo el primer trimestre del año 2024 a niveles del año 2008 tendrá inexorablemente consecuencias sobre la popularidad del Presidente y su gestión, y finalmente será duramente sancionado en las urnas por propios y extraños.
Sin embargo, esa consecuencia parece tan democrática como muy menor respecto al precio a pagar por reducir los niveles de inequidad de manera sostenida y contundente. Le pasó a Juan Perón y le pasa aún hoy a Cristina Fernández.
Los líderes populares fueron siempre perseguidos por el aparato judicial.
Para no revisar la historia demasiado, después del golpe de Estado contra Hipólito Yrigoyen, el líder popular del radicalismo fue preso y su casa fue saqueada. Fue acusado de todo tipo de corrupción y de negociados.
Matías González Sorondo, político conservador y asesor de la Standard Oil (hoy Axion, de Rockefeller) y ministro del Interior del dictador Uriburu, dijo: “El yrigoyenismo está compuesto por una horda, un hampa que había acampado en las esferas oficiales, comprándolo y vendiéndolo todo, desde lo más sagrado hasta el honor de la Patria.”
Más contemporáneamente Juan Perón tuvo 120 causas judiciales y Cristina Kirchner 534 causas.
El motivo que consideramos determinante en la persecución del aparato judicial a Juan Perón y Cristina Kirchner fue la afectación de intereses para lograr una mejora notable en la distribución del ingreso.
Intentar construir una sociedad más equitativa resulta intolerable para los sectores dominantes y el aparato de Estado judicial.
Por ese motivo persiguieron, intentaron matar y proscribieron ayer a Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón y hoy persiguen proscriben e intentaron asesinar a Cristina Kirchner el 1° de septiembre del año 2022.
Ese día aciago Cristina Kirchner sufrió un intento fallido de femimagnicidio, y recién esta semana se inició el juicio sobre la autoría del hecho.
La esperanza de esclarecimiento es poca. Como señala Juan Martín Mena, ministro de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires: “Comenzó uno de los juicios sobre el intento de magnicidio a @cfkargentina, el de los autores materiales. Uno de los hechos más graves desde la recuperación democrática. Salvo honrosas excepciones, el silenciamiento mediático y de la dirigencia política, resulta igualito al de jueces y fiscales que tienen la responsabilidad y obligación de investigarlo. Un liso y llano encubrimiento.”
Fuente: Perfil
Artemio López es Director de Consultora Equis.