Al cierre de los negocios, los principales índices de Wall Street anotaron con profundas bajas este lunes, con el S&P 500 que confirmó la estadística de mercado bajista o “bear market”, ante el creciente temor de que las agresivas subidas de las tasas de interés puedan llevar a la economía norteamericana a una recesión. El Promedio Industrial Dow Jones cayó un 2,58; el índice S&P 500, un 3,9% y el Nasdaq Composite cedió un 4,7 por ciento.
Wall Street acumula, en las últimas diez semanas de operaciones, nueve que fueron negativas. El primer semestre de 2022 es uno de los de peor desempeño histórico para las cotizaciones: el Nasdaq acumula una caída del 31%, el S&P 500 cede un 21%, y el Dow Jones, un 16 por ciento.
La deuda estadounidense a corto plazo es más rentable que la deuda a largo plazo. La teoría económica dice que en una situación “normal” prestar a largo plazo debería ser más rentable que prestar a corto plazo. Pero cuanto más largo es el horizonte temporal, hay mayor incertidumbre de qué puede pasar. Los expertos aseguran que la inversión de la curva no falla a la hora de anticipar la llegada de una recesión.
Finalmente, enciende una alerta que el S&P, en términos reales -es decir descontando la inflación de los últimos dos años- está a niveles anteriores a la propagación mundial del COVID-19, por lo tanto, se consumió toda la monumental asistencia monetaria a partir de febrero del 2020, justamente el origen de la escalada inflacionaria más elevada en 40 años en los Estados Unidos.
La inflación en Estados Unidos resurgió en mayo, ya que el índice de precios al consumo se disparó un 8,6% respecto a 2021, el mayor aumento desde diciembre de 1981, según datos del Gobierno publicados el viernes.
El IPC norteamericano creció 1% en comparación con abril, tras el modesto aumento del 0,3% del mes anterior, según informó el Departamento de Trabajo, muy por encima de lo augurado por los analistas, que esperaban que las presiones inflacionarias disminuyeran ligeramente.